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SMALLVILLE: FINALE



Tras 10 años, Smallville ha llegado a su fin. Ayer tuve la ocasión de ver su último capítulo, tras diez temporadas en las que apenas me habré perdido un par de ellos. Siempre he sido fiel a esta serie, denostada por muchos, alabada por otros pero que, creo yo, no dejaba indiferente a nadie.

Aun recuerdo con ilusión como este seguidor del Hombre de Acero vio el primer capítulo de una serie por la que nadie apostaba ni un duro al principio. La serie tenía sus deficiencias, claro está: edulcorada, ajustados presupuestos, capítulos de relleno, personajes estereotipados, poca fidelidad al cómic…Pero ante esos fallos, Smallville supuso para mucha gente el descubrir e interesarse por el Universo DC y, por extensión, por los cómics de superhéroes en general.

Pocas series son capaces de superar la quinta o sexta temporada y si son de temática superheroica, muchas menos posibilidades. Sin embargo Smallville ha sabido conjugar con más o menos acierto el entretenimiento y un nivel de calidad medio que la ha salvado de morir prematuramente.

He oído y leído en multitud de foros, programas y webs cómo despotricaban contra Smallville. La serie se había convertido para muchos en una suerte de “sparring” al que darle golpes de todo tipo. Estos críticos parece que pasan por alto la encomiable labor de este serial dando a conocer a personajes como Canario Negro, Aquaman, Cyborg, Zatanna, Hawkman y otros muchos. ¿Existe un equivalente de esta serie en el Universo Marvel? Sin duda sería una idea estupenda. ¿A qué esperan?

Otras series ambientadas en el Universo DC han conocido una existencia fugaz, como Aves de Presa (Birds of Prey, 2002-2003), excepcional serie que ni siquiera se han dignado en editar en nuestro país (tengo la edición original y no trae ni subtítulos castellanos). Podríamos citar también la serie sobre Batman (1966-1968), Flash (1990-1991), Swamp Thing (1990-1993) y muchas otras. Otras series ni siquiera han visto la luz, como el episodio piloto de Aquaman o, el caso más reciente, Wonder Woman o incluso un piloto sobre la JLA (1997).

Pero ninguna de las series reseñadas ha perdurado tanto como Smallville. En tiempos como estos en los que las cadenas son implacables a la hora de cancelar series o de rechazar pilotos, la longevidad de esta serie, producida por Alfred Gough y Miles Millar, es toda una rara avis.

Pero, ¿qué puedo decir de este último capítulo de Smallville? No soy amigo de spoilers ni de estropearle la sorpresa a nadie, así que intentaré desvelar lo mínimo sobre la última aventura de Tom Welling en la piel de Kal-El. Tan sólo decir que el doble capítulo final no me ha decepcionado demasiado. Hasta el final han sido fieles a la línea que han mantenido durante las diez temporadas que ha durado el show: historias de amor salpicadas de acción y drama.

En la primera mitad de “Finale” nos han contado las vicisitudes por la que los protagonistas absolutos, Lois y Clark, pasan para llegar al altar. Como un guiño a Supermán II (1980), no es Clark quien renuncia a sus poderes para estar con su amada, sino que será ella quien los adquirirá (temporalmente) para experimentar el día a día del héroe.

Sin embargo, la oscuridad ce cierne sobre los planes de boda y ya, en la segunda parte del capítulo final, se precipitan los acontecimientos, quizás demasiado rápido. En mi opinión lo que aquí se nos relata en apenas hora y media debiera haber ocupado al menos dos capítulo más, porque la situación se resuelve demasiado fácilmente. Tampoco veremos a Supermán volar en todo su esplendor, más bien lo entreveremos entre las explosiones de Apokolips y en otro claro guiño a Superman Returns (2006), cuando el último hijo de Krypton salva al Air Force One de estrellarse. Hasta el final ha sido Welling fiel a su juramento de no vestirse con las mallas del héroe. ¿Quizás por respeto a los que lo precedieron en el papel?

Pero ¿sirve ya de algo criticar las carencias o fallos de este último capítulo? Creo que no. La serie ya no va a continuar, así que buscarle los tres pies al gato está de más. Reivindico Smallville como un ejemplo a seguir por cadenas y productoras televisivas, de serie que ha sido capaz de superar sus muchas carencias y de conseguir lo más difícil del mundo para un espectáculo de este tipo: entretener.

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