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MASTERS OF SEX, TEMPORADA 1: 5 RAZONES PARA AMARLA (SIN SPOILERS)

Hace poco estuve a punto de cometer uno de los mayores errores de mi vida como serieaficionado. Tenía todos los capítulos de Masters of Sex grabados en el iPlus, pero el HD ocupa tanto espacio en el disco duro y ando tan mal de tiempo que dudé entre verlos o borrarlos. El piloto me gustó mucho y la elegimos como una de las mejores series de 2013. Las dudas que planteaba el mismo, pocas, las ha solventado sin problemas. Una vez vista entera, he quedado tan maravillado con ella que lo menos que puedo hacer para compensar mis malos pensamientos es suplicaros que no la dejéis pasar vosotros tampoco, a pesar de lo que despista y lo poco que atrae el título y el tema de la misma para una serie. 

LA MARAVILLOSA RECREACIÓN DE LOS 50: Técnicamente es una de las series más cuidadas de las que se emiten actualmente. No copia los 50 de Mad Men, con trajes perfectos, sino que dentro del buen gusto, las cosas no son tan propias de una revista de moda, lo que la hace más creíble. No solo disfrutaréis con la escenografía, sino que se revive la historia, viendo cómo el miedo a la guerra fría enturbiaba una época de aparente progreso y felicidad, y cómo costumbres hoy inimaginables (la pastilla anticonceptiva necesitaba justificación médica o la ligadura de trompas el permiso del marido) estaban a la orden del día. Otra cosa es que algunos comportamientos nos resulten modernos para la época, pero eso es algo que casi nos encontramos en todas las series por históricas que pretendan ser.
UN VESTUARIO MUY CUIDADO Y ELEGANTE DENTRO DE LA CREDIBILIDAD
ES UNA INYECCIÓN DE ENERGÍA: La clave de la serie no es el trabajo que realizaron Masters y Johnson sobre la sexología humana, es la pasión que les llevó a poner su trabajo por encima de todas las cosas. Y es una lucha que cualquiera que de verdad haya peleado por algo sabe reconocer: impedimentos de todo tipo, problemas aparentemente insalvables, incomprensión y ataques de terceros... Y una constancia y una fe a prueba de bombas por parte de ambos que la serie sabe contagiar al espectador. Dado que probablemente esta es la parte más fiel a la realidad de lo que nos cuentan, no dejan de ser una inspiración para los momentos tan duros que están pasando hoy día tantos ciudadanos con la crisis económica. 
¿DÓNDE VAN A SABER MÁS DE SEXO QUE EN UNA CASA DE CITAS?
LA PSICOLOGÍA DE SUS PROTAGONISTAS: En mi opinión, nada dice más de la calidad de una serie que los matices de sus personajes. Y en esta, vaya si los hay. Todos sabemos que los protagonistas formaron un matrimonio durante largos años. Así que lo fácil es poner a una primera esposa de Masters, Libby (Caitlin Fitzgerald), como una odiosa mujer. Para nada. Su personalidad está magníficamente retratada como alguien que ama desesperadamente a un esposo al que sabe que no hace feliz. Y Masters, el protagonista, se comporta a veces como el mayor miserable de la tierra, apuñalando a aquellos a quienes debe todo si se interponen en su investigación... Para luego en jugársela por pacientes que apenas conoce. Virginia (Lizzy Caplan) sufre siendo una madre soltera trabajadora todas las culpabilidades que hoy siguen padeciendo las mujeres. Un auténtico regalo para aquellos que huímos de los héroes y villanos cuando queremos ver una serie.
MASTERS Y JOHNSON, UNIDOS POR LA PASIÓN... A SU INVESTIGACIÓN
EL ELENCO DE SECUNDARIOS: No podemos sostener el interés a lo largo de 12 capítulos si sólo cuentan los protagonistas. Pero si tenemos una lista de secundarios cuidados, incluidos con sentido común, no con calzador, la cosa cambia. Desde la madre de William y los problemas no resueltos, hasta el gran sufrimiento del jefazo Burton (Beau Bridges) y su esposa, Margaret (Allison Janney), por los prejuicios de la época. Todos están mimados en sus representaciones: da igual si es una paciente que apenas aparece en unas escenas o un médico que en todos los capítulos tiene su momento. Es casi imposible no reconocerse en ellos, o bien identificar a gente de nuestro alrededor con lo bien que nos cuentan sus vivencias.
NO OS EQUIVOQUÉIS, LOS QUE ESTÁN DETRÁS NO ES PORQUE MEREZCAN MENOS ATENCIÓN
LOS MOMENTOS CONTENIDOS: Si algo marca la diferencia de esta serie con otras, es la contención del protagonista. El trabajo que ha hecho Michael Sheen retratando a William Masters es tremendo. Un hombre que parece haberse prohibido a sí mismo expresar nada fuera de tono, y al que hay que descifrar entre escenas surgidas de su imaginación y otras en las que ya no puede más, como uno que identificaréis sin problemas. Si conocéis a alguien que va por la vida pretendiendo que nada le afecta, como si mostrar sentimientos fuera el equivalente de debilidad, comprobaréis que el retrato no puede ser más certero. 
VIRGINIA Y LIBBY, LAS PRINCIPALES VÍCTIMAS DE LA ACTITUD DE MASTERS
Podría seguir y seguir hablando de las virtudes de la serie: diálogos excelentes, personajes que evolucionan desde el principio al final, como Ethan (Nicholas D´Agosto) que tan poco me gustó en el piloto, tramas interesantes donde quiera que mires, buen gusto incluso en las escenas mas íntimas (y nunca mejor dicho)...

Es cierto que no vais a encontrar un perfecto reflejo de lo que sucedió realmente, aunque lo que menos os esperáis sea verídico y  lo más plausible nunca ocurriera. Pero, aún así, dejaos de prejuicios, que esto no va de amores, ni de cuatro escenas subidas de tono ni del aburrido seguimiento de un estudio científico. Esto va de cómo unos buenos guionistas pueden hacer una gran serie incluso con la temática menos atrayente. Afortunadamente tendrá su continuación en la segunda temporada que, esta vez sí, puede ocupar todo el disco duro de mi i-Plus con todo el derecho. 


Masters of Sex

Fuente imágenes: Sensacine

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