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THE WALKING DEAD EPISODIO 3X12 "CLEAR". LA CRITICA

El episodio de The Walking Dead emitido la pasada noche es claramente un interludio entre los agobiantes sucesos que se han venido desarrollando tanto en Woodbury como en la prisión en los anteriores capítulos. Protagonizado exclusivamente por Rick (Andrew Lincoln), Carl (Chandler Riggs) y Michonne (Danai Gurira), "Clear" es, sin duda, uno de los episodios más atípicos de esta tercera temporada del show. El capítulo cuenta con un guión de Scott Gimple, el nuevo showrunner que sustituye a Glen Mazarra y, todo hay que decirlo, no es que haya sido un episodio en el que haya sobrado la acción, aunque si hayamos visto bastante desarrollo de los personajes.


A pesar del tempo lento del episodio, los hechos que acontecen en el sirven para unir un poco más a tres personajes que no habían tenido mucho tiempo de entablar lazos, digamos "emocionales", durante los anteriores capítulos de esta temporada. Carl se hace un poco más adulto de lo que ya era y ve, nada más comenzar el episodio, como su padre deja tirada una persona indefensa en una carretera sin apenas pestañear. Obviamente, debe ser duro para el muchacho ver como su padre, anteriormente un agente de la ley preocupado por ayudar y servir a la gente, se ha convertido en estos meses en alguien despiadado y sin remordimientos, al menos con los que no están bajo su manto protector.

Por otro lado tenemos a Michonne, quien acompaña al padre y al hijo en esta misión solo porque Rick no se fiaba de que se quedara en la prisión junto a Merle (Michael Rooker), una combinación altamente explosiva. Carl, que en un primer momento recela de la chica de la catana, parece aceptarla como su nueva compañera de penurias, algo que no debe ser fácil para un niño que ha visto morir a demasiada gente que le importaba. Esta noche hemos visto como Michonne muestra su cara más amable, tanto con el niño como con Rick, hablándole sin ambages de las visiones que asaltan a este de vez en cuando.


Pero la sorpresa del capítulo es la vuelta de un personaje de la primera temporada, alguien que ayudó a Rick a sobrevivir en los primeros momentos de la catástrofe: Morgan (Lennie James). Cegado por la locura que provoca la soledad y la desesperación, Morgan está a punto de acabar con la vida de los protagonistas, que han vuelto al pueblo donde Rick vivía en busca de armas y municiones. Allí se encuentran con trampas por todos lados, dispuestas de las maneras más ingeniosas para acabar con los zombies que siguen infestando el lugar. 

Lo más reseñable del episodio es quizás la conversación de Morgan con Rick, casi un monólogo del primero, explicando en su delirio el final de su hijo Duane a manos de los caminantes y las razones por las que no les acompaña de vuelta al refugio "seguro" de la prisión. Los fans que ansiaban la vuelta del personaje se han visto defraudados, ya que es poco probable que veamos más a Morgan, un individuo que ha perdido casi la razón y que solo le obsesiona una palabra: "clear". Y esa es precisamente la labor que desempeña en el pueblo que antaño fuera hogar suyo y de Rick, limpiar el lugar de caminantes, su ya única razón para existir tras perder a su familia.


No ha sido este uno de los episodios que más me haya entusiasmado de esta temporada. Hay poca acción, y aunque la vuelta de Morgan a la serie haya supuesto una sorpresa, no la encuentro lo suficientemente justificada. La locura de Morgan está bien descrita, siendo un buen ejemplo de los efectos de la desesperación y el sentimiento de culpa en alguien que no cuenta con el apoyo ni la comprensión de nadie. Quizás haya sido esa la intención de Gimple, la de describirnos la locura en la que alguien puede caer estando solo en un escenario apocalíptico como nos retrata The Walking Dead

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