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Relatos del Necronomicón. Reseña

El Necronomicón, relatos basados en los mundos de H.P. Lovecraft, editado por La Factoría de Ideas en su colección de bolsillo Puzzle, es un libro mixto. Mixto porque incluye tanto relatos como ensayos. El prólogo y las presentaciones de las historias están escritas por Robert M. Price, entusiasta de los Mitos de Cthulhu y , además, teólogo. Esta circunstancia añade un interés adicional a sus opiniones pues su punto de vista es inédito al de otros antologistas y compiladores de relatos sobre los Mitos.

Price escribe un prólogo digno de cualquier ensayo semiológico o literario. El antologista, lejos de distanciarse de su especialidad, la utiliza para desgranar y analizar el famoso libro creado por Lovecraft. Para quienes no sean fanáticos de los Mitos de Cthulhu, la lectura de este prólogo puede ser árida, aburrida. Pero para quienes, como yo, son verdaderos aficionados a este particular universo terrorífico, la lectura es deliciosa.



Sin embargo, no debemos olvidar que el Necronomicón es una obra apócrifa, falsa, producto de la imaginación de Lovecraft y su círculo de autores afines: Clark Ashton Smith, August Derleth, Robert E. Howard, Robert Bloch, Frank Belknap Long, Henry Kuttner y otros. Aun así, Price analiza la obra como si de un libro real se tratara.

El último ensayo del libro, escrito por Price,"Un comentario crítico sobre El Necronomicón", es un análisis de texto exhaustivo de la obra maldita. La rigurosidad que emplea Price me deja perplejo. El grado de frikismo de este autor es alucinante. Utiliza su dominio sobre religiones antiguas para diseccionar, versículo a versículo, todo el Necronomicón o, al menos, los fragmentos que subsisten.

Otro de los ensayos incluidos es "La Historia del Necronomicón" del propio Lovecraft, una especie de escrito privado que el autor envió a sus amigos escritores sin la intención de publicarlo. David T. St. Albans, en "La vida del Maestro" recrea una supuesta biografía del árabe Abdul Alhazred, escritor del Necronomicón.



En "Prefacio a Al-Azif", L. Sprague de Camp relata unos hipotéticos sucesos relacionados con la traducción del libro maldito, incluyendo también para darle verosimilitud retazos de política internacional.

Frank Belknap Long, en "Un fragmento del Necronomicón de John Dee", ofrece un par de párrafos atribuidos a un tal John Dee, astrólogo isabelino. Lin Carter nos deleita con una traducción del Necronomicón por el tal Dee, anotada por el propio Carter. Lo cierto es que todo aspirante a aficionado del universo lovecraftiano debería leer estos pseudo-ensayos y apócrifos. Aunque son enteramente falsos, claro está, son coherentes con la Mitología de los Primigenios, a diferencia de otros "necronomicones" que se editan por ahí.

El Necronomicón de Dee, escrito por Carter, es toda una compilación de la cosmogonía primigenia. Las jugosas anotaciones de Carter lo hacen una guía imprescindible para la entera comprensión de muchos relatos de los Mitos e, incluso, de algunos que no lo son (ciertos relatos sobre Conan, de Robert E. Howard).



También se incluye en esta antología el famoso Manuscrito de Sussex, de Fred L. Pelton, otra especie de versión del Necronomicón original. Aunque no añade mucho a lo ya conocido, es curioso de leer. En "Por qué Abdul Alhazred se volvió loco", D.R. Smith ofrece su particular teoría sobre el origen de la demencia del escritor y visionario árabe. 

El resto del volumen está dedicado a los Relatos Oscuros, relacionados en mayor o menor medida con el libro del mal. "El Pergamino Terrible" es un relato breve escrito por Manly Wade Wellman, autor inédito para mí. Es un cuento sencillo con reminiscencias a episodio de Dimensión Desconocida.


"La casa del Dr. Xander" es un brevísimo relato de 1941, de Martin D. Brown. Juega con la sorpresa final al lector, aunque esta se vislumbra casi desde el primer párrafo. "El manto de Graag", de un prometedor Frederik Pohl proviene, como casi todos los relatos del libro, de los fanzines y revistas pulp norteamericanas de los años 40 y 50 del pasado siglo. Es increíble la proliferación de este tipo de publicaciones en aquellos años. Es una lástima la pérdida de dicho fenómeno, aunque internet intente ofrecer un sucedáneo de aquellas revistas. Sin embargo, el romanticismo del papel impreso de mala calidad parece haberse perdido.


"El muro de Settler", de Robert A.W. Lowndes, es, sin duda, uno de los mejores relatos de la recopilación. Escrito en 1942, desarrolla la acción en uno de los parajes que los aficionados al terror conocemos bien: Maine. La premisa de un muro interdimensional es explotada con maestría por el autor, permaneciendo más cerca de la ciencia ficción clásica que de los Mitos de Cthulhu, a los que toca tangencialmente.

El relato de Richard L. Tierney, "El que aúlla en la oscuridad", fue escrito en 1957. Este escritor compuso relatos basados en la Era Hibórea, creada por Robert E. Howard, incluyendo algunos sobre Red Sonja, la sensual heroína pelirroja de la que pronto veremos película. Este relato quizás sea uno de los más lovecraftianos del libro, aunque mucho más cercano a Herbert West: Reanimador que a un relato de los Mitos.


"Demonios de Cthulhu", del gran escritor de ciencia ficción Robert Silverberg, es la historia sobre un chico que recurre al panteón primigenio para sus egoístas y mezquinos deseos. El resultado es un relato a caballo entre Cuentos Asombrosos y Twilight Zone. Me sigo quedando con el Silverberg de los relatos de ciencia ficción que con el escritor de este tipo de relatos. "El castillo en la ventana", de Steffan B. Aletti, es un relato corto del tipo "sujeto encuentra libro maldito y los sucesos consecuentes". El autor usa el Necronomicón como mero recurso narrativo no como personaje del relato en sí.

John Brunner, otro clásico escritor de ciencia ficción, nos presenta quizás el relato más original del volumen: "Acerca de la próxima edición barata del Necronomicón de Abdul Alhazred". En este cuento, Brunner mezcla magistralmente nombres y localizaciones lovecraftianas trasladándolas a Inglaterra. La fina ironía que desprende el cuento no es incompatible en absoluto con el uso de los Mitos que este autor, no habitual de este tipo de relatos, hace de ellos. Los juegos de palabras, el humor y las situaciones absurdas no hacen sino enriquecer aún más la trama inventada por Brunner. En definitiva, una joya de este importante autor que es John Brunner.


El último relato del volumen, "La Víbora", de Fred Chappell, convierte al Libro Negro en una entidad malvada en sí misma. Es una historia sorprendente, con una premisa original y con un final inesperado. Este cuento me recordó el estilo y paranoias propias del gran Philip K. Dick. Los personajes se ven envueltos en sucesos desconcertantes, donde la realidad se ve alterada más o menos sutilmente. Fred Chappell es un autor que habría que investigar.

En definitiva, el volumen comentado es un libro ameno para los aficionados al terror, aunque las distintas versiones y comentarios acerca del Necronomicón parezcan repetitivas y algo incomprensibles. En cambio, para un entusiasta de Lovecraft, el libro es una pequeña joya, asequible y que aporta momentos muy entretenidos.

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