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STRANGER THINGS, TEMPORADA 1: LA CRITICA

Dentro de la sorprendentemente creciente oferta televisiva de Netflix, prácticamente imposible de abarcar para cualquiera que deba ganarse la vida de una manera honrada o carezca de rentas, ha destacado una producción sobre las demás. Stranger Things, que homenajea sin rubor alguno el cine de la añorada década de los 80, ha calado hondo en los corazones de los que estamos rondando la cuarentena. Una vez vista la temporada de 8 capítulos... ¿merece la pena?


Afortunadamente, la conclusión es sí. No nos engañemos, estamos ante una serie que no carece de grandes tópicos: los chicos frikis que resultan ser más listos y aguerridos que la policía secreta, la chica mona que tiene el típico novio guapito y superficial pero que termina fijándose en el rarito de buen corazón. Por no hablar del jefe de policía, con trauma incluido, que sin duda ganaría el premio a empleado del año en la empresa más exigente por su dedicación al trabajo. 

Tampoco Stranger Things pretende ser una vuelta de tuerca del mensaje narrativo de las series, ya hay muchas que lo hacen. La historia de la desaparición de un chico en un pequeño pueblo norteamericano se convierte en un vehículo para mostrarnos una propuesta donde lo fantástico se mezcla con lo cotidiano sin llegar a decepcionar en ningún momento.

EL PÓSTER EN SÍ ES UN COMPENDIO DEL CINE MÁS COMERCIAL DE LOS 80

Mención aparte merece el papel de la otrora reina de las portadas Winona Ryder que, francamente, hace un papel de madre que cualquier otra actriz podría haber interpretado. Lo que es la vida.

El ritmo de la serie es adecuado y se empatiza con facilidad con todos los personajes, de manera que no hay tramas que resulten más aburridas que otras. Si que hay algún tema no muy bien llevado, como lo referente a la mejor amiga de la chica protagonista, Bárbara, pero se puede perdonar. Las referencias frikis no faltan, y sin duda son un guiño para aquellos que vivimos aquella década, que seguramente fue bastante peor de como la recordamos, pero que no nos importa a estas alturas.

Otra gran virtud de la serie es no decepcionar con el misterio que guía la historia, y no era fácil. La resolución de la trama contentará a aquellos que, como yo, no pueden enredarme con eternas temporadas dando vueltas a lo mismo, así como a aquellos que nos gusta que las cosas queden claras con una temporada en este tipo de historias. Ya se habla de una posible segunda temporada, pero aún está por confirmarse.

Una interesante elección si queréis disfrutar de una serie cortita, intensa, y satisfactoria. 

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