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TRUE DETECTIVE, TEMPORADA 2: 5 RAZONES PARA ODIARLA

Lo de la temporada 2 de True Detective está resultando el fiasco televisivo del año. El fichaje de actores de primera línea para interpretarla y el bombazo que supuso la primera nos dio esperanzas de que estaríamos ante una serie de culto. Pero el señor Pizzolatto ha resultado ser más alguien al que le sonó la flauta por casualidad que un verdadero escritor de talento. Si el piloto ya apuntaba maneras de que la cosa podía ser un desastre, los episodios emitidos no han hecho más que confirmarlo. Por desgracia, el presidente de programación de HBO, Michael Lombardo, hace oídos sordos y opta por la opción del avestruz: defiende a Pizzolatto y destaca la audiencia de 12 millones de espectadores, muchos de los cuales se divierten luego machacándola en Twitter (hate-watching). Dado que quien debería enfrentar el desastre para aprender de él no quiere hacerlo, le vamos a dar 5 razones por las que lo mejor que podría hacer es no torturarnos con una tercera temporada: 


EL SOBREVALORADO NIC PIZZOLATTO: Que hagas una gran obra no te convierte en un gran autor. Hollywood está lleno de directores que hicieron una buena primera película y nunca más volvieron a triunfar, ni en calidad ni comercialmente. Lo mismo ocurre en la música: un gran primer disco y la nada después para muchos grupos que parecían los nuevos Beatles. Pizzolatto parece encajar en este grupo. Nada de lo que nos cuenta ni como nos lo cuenta tiene sentido o interés. Y lo que es peor, no está bien contado. Si Lombardo lo define como uno de los mejores escritores actuales en cine y televisión, yo le respondo que está muy equivocado. Que aprenda de Michael Hirst, que se hizo cargo de 4 maravillosas temporadas de Los Tudor, y actualmente impresiona con Vikingos, sin una pega en sus 3 temporadas emitidas. Claro que tuvo algún tropiezo como la serie Camelot, pero parecía más achacable a presiones externas y a la falta de presupuesto que a otra cosa. Se rumorea que el ego de Pizzolatto ha evitado correcciones a la serie. Y, si no tuvo tiempo de pensar algo a la altura, que lo hubiera pedido. Todo antes que presentar este león-come-gamba televisivo.

- HEMOS HECHO EL LELO PERO BIEN SALIENDO EN ESTA TEMPORADA

DIÁLOGOS ESTRAFALARIOS, POMPOSOS E INVEROSÍMILES: Que en una serie se te escape algún diálogo que no cuadre mucho es normal. Lo que ya no es normal es que esta serie no haya hecho acto de presencia una frase que no pretendiera pasar a los anales de la filosofía y la trascendencia. Frank (Vince Vaughn) de una gotera te saca toda su infancia. Del planteamiento de una adopción, una filosofía de vida. De tomar una copa con Colin Farrell le analiza y le pretende solucionar el resto de su existencia. Y si funcionara no pasa nada. Frases profundas las hay en Boardwalk Empire, en Mad Men... pero la diferencia es que estaban proporcionadas y funcionaban. Aquí todo es de un rebuscado y preparado que no convencerían ni a su madre de que son frases espontáneas. Y, si Frank es un filósofo fallido, el inefable Colin Farrell no se queda atrás. En un bar de mala muerte pronuncia palabras como apoplético (tuve que buscar lo que significa) o suelta frases como "mi capacidad de influencia es tan magra en este mundo sublunar que trato de limitar a la gente a la que puedo defraudar" como lo más normal del mundo. La cara que ponía el pobre Colin era de estarse dando cuenta de la chorrada tan infinita e impropia que un policía borracho sin estudios como el que interpreta acababa de pronunciar. Así no se expresa ni un tribunal de tesis doctorales, señor Pizzolatto.

- ESTE MUNDO NO ES SUBLUNAR PORQUE LA LUNA PROVIENE DE LA TIERRA.
- ME DEJAS APOPLÉTICO

LOS FALLIDOS RETRATOS DE LOS TRAUMAS DE LOS PROTAGONISTAS: Presumía Pizzolatto a su manera que solo sabía escribir de gente atormentada para justificar que no veamos a una persona medianamente normal en su serie. Me temo que está equivocado. Cada uno de los traumas de los protagonistas resultan cansinos y poco creíbles. 

Paul (Taylor Kitsch) esconde su homosexualidad ante sí mismo. Es difícil entender cómo en el siglo XXI, con una madre bailarina y la belleza de un dios griego, ser gay no resulte más una ventaja que un problema. Además, se queja de su madre, pero la visita más que muchos que si han tenido infancias más agradecidas. A ver si va a ser ese el secreto para que te vengan a ver tus hijos, que se avergüencen de ti. Un personaje mentalmente sano y que aportara algo de naturalidad y humor habría sido mucho mejor que ver la mala cara continua de todos los protagonistas.

- PARA SER UN MILITAR DE ÉLITE QUE OCULTA QUE ES GAY... ¿NO ES MUY ESTÚPIDO ENROLLARSE DELANTE DE LA VENTANA ABIERTA?
- DÍSELO A PIZZOLATTO
Athenea (Rachel McAdams): que si bebe, que si un desastre en las relaciones, que si deudas de juego... Pizzolatto no sabe como convencernos de que la chica sufre sin parar. Y eso que hemos descubierto que su padre se preocupó por ella e intentó buscar al culpable de los abusos a los que fue sometida, que no fue por su culpa. No es algo que no se haya enfrentado, lo cual ayuda a superar estas cosas, aunque sea un poco. Desde el primer capítulo, pensé cuánto tardaríamos en verla tirarse encima de alguno de los co-protagonistas. El capítulo 7 me dio la respuesta. Y ya el colmo, jugarse la vida en la famosa orgía (que si todos estaban porque querían como parece, que me digan dónde está el problema) para rescatar a una idiota que no quería ser rescatada. Y lo gracioso es que no parece ni enfadarse por ello.

Ray Velcoro (Colin Farrell): Lo del hijo pelirrojo del violador de su mujer tiene enjundia. La trama en sí es incoherente como ella sola. Quiere luchar por la custodia de un hijo drogándose, bebiendo y dando palizas. Y el chico no es que sea distante con él, algo normal en un crío de 11 años, es que parece que no lo ha visto en su vida. La mujer gritona y desagradable como toda ex-mujer televisiva, que no es capaz de empatizar un momento ni cuando descubre que Ray no mató a su agresor. Y ya el gran colocón del final con todo tipo de sustancias. Sin ser un entendido, creo que habría dado para liquidar a un elefante, pero a él ni se le nota y se enfrenta a una peligrosa misión como si nada. Toma tipo duro. Para rematar el cuadro, no falta un padre borracho y policía para culpar como siempre a los padres de las desgracias de los hijos. Una trama sin pies ni cabeza que impide que empaticemos con quien debería ser el alma de la trama.

FRANK Y JORDAN ( KELLY REILLY), LA PAREJA OFICIAL DE TRUE DETECTIVE

Frank Semyon (Vaughn) quiere dejar el negocio y establecerse con su pareja medio ida. Toda su fortuna estaba en manos del fallecido (algo muy poco inteligente). Se supone que es un tipo durísimo. Será por eso que, cuando lo vemos matando a alguien, éste no se defiende mucho, algo que le pondría las cosas algo más difíciles en pantalla. Como es tan duro... porque muy fuerte no se le ve. Han querido dibujar un mafioso épico y complejo les ha salido un Vince Vaughn canijo recitando palabras rebuscadas como apiolar en tono monocorde.

LA BASE Y EL DESARROLLO DE LA HISTORIA: La trama de corrupción urbanística es tan complicada como aburrida. Nombres que van y vienen ante el sopor del espectador. Bien poco importa quien hayan matado a un mafioso que, por todo lo que están arriesgando los policías protagonistas, pareciera que fuera el padre y la madre de todos ellos. No se a cuanta gente han liquidado ya para averiguar quién mató al tipo en cuestión. Muy sensato no parece. Además, no provoca emoción alguna que avancen o dejen de avanzar en la investigación, a la que han hecho complicada como si eso fuera sinónimo de inteligente. Los pretendidos giros se ven venir a lo lejos, como cuando James Frain, ese actor que siempre hace de malo traidor... resulta ser un malo traidor. Al menos me dio la risa, porque si no fuera por eso, no habría conseguido terminar la temporada.

ATHENEA... ¿DE VERDAD NO HAY NADIE QUE QUIERA AYUDA, QUE TE TIENES QUE IR A QUIEN NO LA QUIERE?

MOMENTOS QUE PRETENDEN SER GENIALES... PERO NO LO SON: Acusan a  Pizzolatto de copiar al novelista James Elroy, una comparativa que dudo que semejante autor merezca. Pero televisivamente, busca momentos propios de David Lynch, sin ser David Lynch. Eso provoca momentos hilarantes como el Elvis actuando durante el delirio de Ray en el bar con su padre. Por cierto, el bar ofrece actuaciones aunque no tenga clientes. Además, los pocos clientes que vemos son vaqueros con sombrero, nada que ver con el tipo de artista que solemos ver cantar, como la lánguida Lera Lynn. Ni en eso han sabido ser coherentes. El encuentro de Ray con el violador de su mujer en la cárcel y sus amenazas supuestamente terroríficas tampoco dieron para mucho. No hay quien conecte con el dolor de Ray. También han pretendido hacer historia televisiva con los encuentros en la mesa de Frank y Ray, llegando a su apogeo cuando ambos están en casa de Frank con una pistola bajo la mesa. Como mucho, dan para reírse de ellos en el Saturday Night Live (echad un vistazo a esta parodia de Seth Meyers). Con ponerlos a recitar metafísica en verso ya tienen el gag del año.

LEYENDO LOS POSOS DEL CAFÉ, FRANK TE DESCUBRE EL SECRETO DEL UNIVERSO... ADEMÁS EN VERSO

Podría seguir y seguir, como que no se percibe química alguna entre los protagonistas. Entre Ray y Frank debiera haber una amistad y lealtad palpable, que llegara al espectador. Pues siempre parecen dos desconocidos. Cuando están juntos Ray, Athenea y Paul, no se percibe interacción ni un diálogo creíble que te haga pensar que, a lo mejor, son humanos. Tampoco el resto de escenas son muy diferentes a esa sensación de que todos los actores han rodado sus escenas solos y luego se han añadido el resto con efectos especiales. Son las personas los que tienen traumas, no los traumas los que tienen personas. Hasta el más afectado tiene un momento de relajación. Se defienden en HBO con la promesa de un sorprendente final. Me da lo mismo el final. No va a borrar los terribles 7 episodios que le preceden.

Señor Pizzolatto, si quiere usted una buena historia de corrupción política, véngase a España y lea nuestros periódicos. Verá como una juez le dice a uno de los políticos acusado por corrupción de que "está para servirle". O cómo declaran que se han metido a políticos para forrarse y "tocarse los huevos". O como la mujer de otro político iba a diario a dirigir las obras de su mansión, pero que nadie se dio cuenta de que era de ellos porque resulta que la mujer es aficionada a la decoración y claro, aprovechaba para disfrutar. O cómo iban a Suiza a firmar papeles en blanco y, claro, les abrían una cuenta corriente a traición. No tiene usted ni que escribir el guión, con cualquier periódico español que coja al azar, remonta la tercera temporada. ¿Quién le ha dicho que esto de las corruptelas son tan solemnes y no pueden ser de lo más divertido?

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