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YO, FRANKENSTEIN. LA CRITICA

Que una película se estrene en nuestro país en salas comerciales cuando ya incluso ha sido lanzada para el mercado doméstico en su país de origen nunca es buena señal. Es mas, en el caso de Yo, Frankenstein no se siquiera por qué se han tomado la molestia de estrenarla en cines, cuando la película merecería haber ido de cabeza al mercado del DVD y Blu-ray o pago por visión. 

En 1795, tras insuflar vida a un ser creado con trozos de cadáveres, el Dr. Frankenstein cae víctima de su propia criatura. El monstruo (Aaron Eckhart) es salvado del ataque de unas criaturas demoníacas por unos extraños seres, las gárgolas, quienes lo llevan ante su reina (Miranda Otto), quien lo bautiza con el nombre de Adam. Siglos después, Adam continua con su cruzada en solitario contra los demonios, pero cuando un humano muere por su culpa, las gárgolas vuelven a reclamarle. Naberius (Bill Nighy), un príncipe demoníaco, intentará arrebatar a Adam el secreto de insuflar la vida a los cadáveres para sus propios fines.

YO, FRANKENSTEIN

Este es mas o menos el argumento de Yo, Frankenstein, un refrito hecho con elementos de sagas cinematográficas como Underworld, pero que también recuerda a cintas como Un Hombre Lobo Americano en París, Van Helsing o a cualquiera de las infumables tv-movies protagonizadas por gárgolas vivientes que circulan por ahí. Esta ensalada de elementos y clichés del fantástico presentes en la película solo se entiende si tenemos en cuenta que el autor del guión es Kevin Grevioux, uno de los actores de la saga Underworld, también guionista de cómics. Grevioux es el autor de la novela gráfica en la que se basa Yo, Frankenstein, incluso aparece en la cinta como el imponente jefe de seguridad de color del demonio Naberius.

En realidad, podría decirse que Yo, Frankenstein es un spin-off de la saga Underworld, ya que los planes de Grevioux eran en un principio introducir elementos y guiños a dicha saga en la película, idea que fue descartada finalmente. Incluso, se pensó en añadir una escena post-créditos en la que la propia Selene (Kate Beckinsale), heroína de la saga Underworld, hiciera su aparición. 

MIRANDA OTTO ENCARNA A LA REINA DE LAS GÁRGOLAS
La historia que se nos cuenta está plagada de sinsentidos, aparte de que su desarrollo dista mucho de ser ágil o entretenido. El sopor que provoca el deambular nocturno de Adam Frankenstein por las calles de una ciudad indeterminada solo es despejado por las continuos saltos por las ventanas de los personajes, al parecer la única manera de entrar o salir de un edificio en esta película. El desarrollo de la trama es confuso, sobre todo las motivaciones de las gárgolas, que igual apresan a Frankenstein que lo convierten en su aliado, solo para volver momentos después a enviar a uno de los suyos para matarlo. 

LA DRA TERRA (YVONNE STRAHOVSKI) Y NABERIUS (BILL NIGHY)
LA DRA TERRA (YVONNE STRAHOVSKI) Y NABERIUS (BILL NIGHY)
Tampoco se entiende muy bien como actores como Bill Nighy (también presente en varias cintas de la saga Underworld), Yvonne Strahovski (Dexter), Miranda Otto (El Señor de los Anillos) o el propio Eckhart (El Caballero Oscuro) hayan accedido a intervenir en esta cinta como no sea por motivos estrictamente alimenticios. Strahovsky, que interpreta a la Dra. Terra Wade, se limita a abrir la boca de sorpresa ante tanto despropósito, sin ni siquiera molestarse en gritar cuando la ocasión así lo requiere. Eckhart interpreta a un monstruo de Frankenstein alejado del aspecto que se le supone a esta criatura, con unas cicatrices faciales que incluso casi desaparecen tras la secuencia inicial ambientada en 1795. El segundo trabajo del guionista Stuart Beattie como director no ha podido ser mas mediocre, alguien al que debemos guiones tan estimables como los de Collateral o 30 Días de Oscuridad.

En cuanto a los efectos especiales, los 65 millones de dólares se han ido en pantallas verdes, gárgolas generadas por CGI y demonios implosionando en nubes de fuego. Por momentos, Yo, Frankenstein se acerca mas a un videojuego que a una película, con un abuso del CGI que saca continuamente de la una historia, ya de por si, mala. 

En definitiva, Yo, Frankenstein es una de esas películas que, por razones que se nos escapan a la mayoría de los mortales, llegan a los cines, cuando merecerían haberse lanzado directamente al mercado del DVD. Y lo peor es que no es ni siquiera divertida ni aporta absolutamente nada original ni novedoso, únicas cualidades que podrían haberla salvado de una crítica totalmente negativa. Para no servir, no sirve ni para echar unas risas con los amigos.


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