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PROMETHEUS: LA CRITICA (LIBRE DE SPOILERS)

Ridley Scott es un realizador que este año cumple los 75 y, a pesar de su ya venerable edad, habla con entusiasmo de la gran cantidad de proyectos que tiene en el horizonte, un horizonte más amplio, lúcido e innovador que el de otros directores bastante más jóvenes que el. Entre esos proyectos que baraja realizar está la continuación de Blade Runner, su film de 1982 que supuso, junto a Alien en 1979, todo un punto de inflexión en lo que a cine de ciencia ficción adulta e inteligente se refiere.

Este cine de ciencia ficción de perspectiva adulta, de calidad, pero que aun así no deja de lado los mejores elementos del cine clásico de aventuras y/o terror y del que las dos películas citadas son, casi sin ninguna duda, el máximo exponente, vuelve con la película Prometheus. El retorno del director británico a sus orígenes no ha podido ser más satisfactorio para un fan que casi había perdido la fe en ver de nuevo en pantalla grande films de ciencia ficción con mayúsculas. Cuando mirar la cartelera actual a veces casi da asco, en la que se prima los fuegos de artificio y la diversión facilona en películas mayoritariamente enfocadas a un público adolescente, una película como Prometheus brilla como un faro en la oscuridad.

LA PROMETHEUS EN SU VUELO FINAL

Estamos en el año 2093. La nave exploradora Prometheus, construida por la todopoderosa corporación Weyland, llega a su destino, la luna de un distante planeta anillado a muchos años luz de la Tierra. Allí, los 17 tripulantes de la gigantesca nave, buscarán las respuestas a las preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿De dónde venimos? ¿Quién nos creó? ¿Cual es nuestra finalidad en el universo? Las respuestas puede que no sean las que ellos esperaban. Lo primero a tener en cuenta es el guión de Jon Spaiths y Damon Lindelof, una historia que se aleja deliberadamente de lo que actualmente estamos (mal) acostumbrados a ver en el cine en los últimos años. Una historia donde se incida en cuestiones de tanta entidad como la creación del hombre por dioses primigenios venidos de las estrellas, mitos recurrentes en miles de culturas del planeta, es algo poco común en el panorama cinematográfico actual, al menos en el cine con afán de blockbuster.

El inicio del film es espectacular. He de decir que he visto la película en 3D y, sinceramente, no merece la pena verla así. Los efectos estereoscópicos son pocos para compensar el sobrecoste pagado en taquilla. La ventaja de verla en 3D es la calidad de imagen del filme, al estar en formato digital. La escena de inicio, poderosamente visual, al estilo del director de Gladiator, es sobrecogedora y es lo suficientemente explícita como para ponernos en situación acerca de lo que posteriormente se nos va a contar. Tras esta impactante escena que algunos ya habíamos vislumbrado en más de un cómic o relato de ciencia ficción clásica, se nos traslada al lado de los que serán los protagonistas de la película: la Dra. Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y el Dr. Charlie Holloway (Logan Marshall-Green).

PARTE DEL REPARTO PRINCIPAL DEL FILM

Scott no se entretiene demasiado en la Tierra y, en una gran elipsis, salta al espacio donde se nos introduce al personaje de David (Michael Fassbender), el hombre sintético de la nave Prometheus que cuida de la tripulación en hibernación hasta llegar a su destino. El realizador no ha querido seguramente incidir más en los preparativos de la misión o la construcción de la nave exploradora seguramente para no alargar excesivamente los 124 ajustados minutos de duración. Los momentos en los que la tripulación es despertada recuerdan poderosamente al primer Alien, así como la escena de la primera comida tras el hipersueño.

La llegada al planeta de destino es otro de los momentos espectaculares de la película, con la Prometheus empequeñecida por la magnitud de la naturaleza de aquel mundo distante. La elección de los agrestes parajes de Islandia para rodar los exteriores es todo un acierto; ni los más perfectos efectos por CGI hubieran transmitido la sensación de desolación que plasman estas localizaciones reales. La exploración de las extrañas construcciones por el equipo no se hace esperar y en este punto es donde Prometheus se vuelve estéticamente más parecida al film de 1979. 

LOS DISEÑOS DE GIGER, IMPRESCINDIBLES PARA LA AMBIENTACIÓN

Algunas de las críticas que está recibiendo la película (he intentado no leer ninguna antes de ver el film) se basan en la falta de esa atmósfera de desasosiego que impregnaba el film del 79. Bueno, hay que decir que Scott ni ha podido ni ha querido hacer la misma película, por lo que intentar reproducir aquella atmósfera ha estado de más. Mucha de la atmósfera que envolvía a Alien derivaba directamente de unas necesidades tanto de producción como de guión absolutamente ajenas a la película de 2012. La necesidad de vislumbrar solamente al alienígena en vez de mostrarlo abiertamente se debió sencillamente a que Scott decidió que el que los espectadores vieran la naturaleza humanoide del ser restaría credibilidad e impacto a aquel film. Eso no es necesario en la nueva película, la atmósfera se crea de otras formas pues son otros tiempos donde cualquier cosa que imaginemos puede ser creada de manera verosímil para el espectador.

El diseño de producción es notable, con una nave construida hasta el último detalle, así como unos inquietantes decorados creados para ambientar el interior del templo alienígena. Los diseños de H.R. Giger, a pesar de estar presentes en el film (la decoración biomecanoide, el alucinante puente de mando de los space jockeys) no son excesivos y, para un fan del artista suizo como soy yo, pueden saber a poco. En lo que a diseño de criaturas se refiere, se nota menos la mano de Giger, con seres menos recargados y más estilizados que los que seguramente habría ideado el genial artista. El diseño de vestuario, con unos elegantes y sencillos trajes espaciales, añade aun más verosimilitud a una película ya inquietantemente creíble. La película, a pesar de desarrollarse en gran parte en los oscuros pasillos de la construcción alienígena, no es oscura, con una fotografía más que sobresaliente tanto de los áridos exteriores como de las escenas interiores.

EL ASPECTO DE LOS "INGENIEROS" SE HA CONVERTIDO EN TODO UN ICONO DE LA CIENCIA FICCIÓN

Desde el inicio del film, la historia se nos narra de manera clara y fluida, sin meandros narrativos que no conducen a nada. La llegada al planeta es rápida, así como el descubrimiento gradual y dosificado de las revelaciones que escondía el templo alienígena. A la hora de que la acción y el terror lleguen a su punto álgido, ya estamos lo bastante al borde de la butaca como para decir que Ridley Scott lo ha vuelto a hacer. A esto contribuye el uso inteligente de unos efectos especiales tremendos, que ni son excesivos ni te distraen de la trama, lo cual es otra de las bazas del film. La elección del aspecto de las criaturas, de los space jockeys, es deliberadamente perturbador. Su aspecto parece evocar el que se supone debían tener los dioses de la mitología, enormes, formidables, terribles y extrañamente bellos. Para el resto de los seres que aparecen en la película parece que los diseñadores del film han querido evitar copiar la estética de los xenomorfos, los aliens, tan solo dotándolos con características que lejanamente nos recordaban a tales bestias. Es como si Scott y los guionistas hubieran intentado mostrarnos el repertorio de criaturas letales que comparten origen con nuestros entrañables aliens.

RIDLEY SCOTT HA CONVERTIDO AL PERSONAJE DE RAPACE EN LA NUEVA RIPLEY

Ridley Scott vuelve a escoger un plantel de actores, aunque no tan desconocido como los del film del 79, pero sí evitando las estrellas, con la notable excepción de Charlize Theron y Michael Fassbender. Theron interpreta a la fría Meredith Vickers, la representante de la compañía Weyland en la misión. A pesar de que en la película no abundan los diálogos excesivamente largos (ni falta que hace), Theron y Fassbender se reservan las mejores líneas del guión. Fassbender interpreta perfectamente al androide David, otra de las similitudes con la película original. En esta película, sin embargo, Scott lo ha querido presentar aun más ambiguo de como era Ash (Ian Holm) y no digamos el leal Bishop (Lance Henriksen) de la película de James Cameron.

El último tramo de la película contiene, como habían asegurado los responsables del film, todo el ADN de la saga Alien. La trepidante parte final sigue mostrando paralelismos con el film original, los cuales no desvelaré aquí para no estropear la sorpresa. Algo discutible es el destino de algún que otro personaje, el cual podría haber sido distinto, por la manera en que son eliminados de la historia, quizás para converger con la película del 79. El haber elegido un destino diferente para según qué personaje habría sido un golpe de efecto que habría redondeado completamente la película. Aun así, es un final lo suficientemente satisfactorio como para alejar el temor que albergaba de que el director británico podría dejarme con más preguntas que respuestas.

SHAW, ALUCINADA COMO NOSOTROS POR LO QUE VEMOS EN PANTALLA

Prometheus me ha devuelto la fe en un tipo de cine que, desgraciadamente, ya no es habitual en las salas. Del éxito de esta película depende en gran medida que vuelvan a tenerse en cuenta proyectos dormidos u otros nuevos de ciencia ficción adulta y seria pero, a la vez, divertida y espectacular. Tras el final de la película me ha quedado una sensación que hacía tiempo no sentía, y es la de querer más, la de saber que pasó después, de incidir aun más en las preguntas que aun no han sido contestadas. La desgraciada decisión de la distribuidora o de la productora (no se a ciencia cierta quien es el culpable de este sinsentido) del film de no estrenarlo en España hasta el 3 de agosto repercutirá negativamente sin duda en la recaudación de la taquilla nacional. Es lamentable el haber tenido que trasladarme al país vecino, Portugal, para ver Prometheus. Por otro lado puedo considerarme afortunado por haber podido tener esa opción, algo que muchos fans que están deseando ver la película no podrán hacer.

LAS ENTRADAS A LOS CINES DE FARO, PORTUGAL, GRACIAS A LA  INSENSATA DECISIÓN DE LA FOX DE RETRASAR EL ESTRENO EN ESPAÑA

Prometheus es una rara avis, un regalo para los sentidos y para el espectador inteligente y maduro. Tengo mis dudas acerca de su aceptación entre el gran público, un público dominado por blockbusters huecos e infantiloides. Si tal fracaso se diera, quizás ello fuera un buen motivo para que los aquellos dioses ingenieros vengan de las estrellas y pongan fin de una vez por todas a su fallida creación, todos nosotros.

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