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CRÍTICA: HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE, PARTE 2


Nuestro insigne colaborador Hotpatootie Blessmysoul vuelve a la carga con una de sus críticas ácidas y certeras, como ya hizo con su anterior reseña o destripamiento de la estupenda cinta Cisne Negro. A pesar que la última de Harry Potter ya hace semanas que se estrenó y que en este blog hemos pasado de ella como de comer mierda, creemos interesante publicar esta crítica debido al interés que tiene la saga
de las varitas mágicas y al esfuerzo de mi colaborador en reseñarla, un poco tardíamente, eso sí. Sin más preámbulos, os dejo con su estupenda crítica.

Voy a comenzar con un chiste que me contaban de pequeño. Un soldado que vigila desde una torre del fuerte se acerca a su capitán y le dice: “Capitán, capitán, que vienen los indios” y éste, a su vez, le pregunta: “¿Cómo son de altos?”. “Unos dos centímetros” responde el soldado. ”Tranquilo, no hay de qué preocuparse”. El soldado vuelve a avisar al capitán unas tres o cuatros veces, repitiéndose el diálogo aumentando en cada ocasión el tamaño de los indios, a cinco centímetros, a cincuenta centímetros, a un metro y, por último, a metro y medio. Finalmente, el alterado capitán le pide al joven soldado que los mate, a lo que el soldado replica: “¿Cómo voy a hacer eso, mi capitán, si los conozco desde pequeñitos?” 

FINAL FELIZ PARA LOS PROTAGONISTAS

La adaptación a la pantalla grande del último volumen de la saga de Harry Potter se planteó de manera ambiciosa, con la división de la historia en dos películas de más de dos horas de duración y el empleo del 3D en la segunda de ellas. De este modo, se conseguía una fidelidad al libro nunca antes alcanzada por motivos de tiempo y una mayor espectacularidad en la batalla final entre Harry Potter y Lord Voldemort. Sin embargo, lo que se presentaba como los puntos fuertes de la cinta terminaron revelándose como sus inconvenientes más importantes. El hecho de quedar reflejado en pantalla todos los capítulos del libro hace que estén en la película también las partes más flojas del mismo, como el pasaje donde el trío protagonista se esconde en el bosque y caen bajo la influencia del horrocrux que portan, en la primera parte, y todo lo relacionado con las reliquias de la muerte en la segunda, que resulta confuso y distrae de la lucha contra el señor tenebroso. 

Un único film de unas tres horas de duración que prescindiera de tiempos muertos y vueltas sobre sí mismo en el argumento habría resultado una película más agradable y compacta. De hecho, reducir la trama a lo esencial ha favorecido a entregas anteriores, como “Harry Potter y la Orden del Fénix”, que partía de un texto de novecientas páginas bastante pesado. Por otra parte, el 3D no resalta demasiado en una batalla que transcurre de noche y que se construye básicamente a base de partes del colegio que explotan y rayos de colores que brotan de las varitas de los contendientes. Así que durante la mayor parte del metraje a uno le queda la sensación de que la acción se está desarrollando dentro de una caja. Como curiosidad, comentar el puñado de escenas y situaciones argumentales sacadas de clásicos del cine fantástico y de aventuras como “La Guerra de las Galaxias”,”Indiana Jones y el Templo Maldito” o “El Señor de los Anillos” que resalta su condición de producto calculado y medido, además de hacer sentir algo viejo al que escribe. 

¿CÓMO MATAR A ESTOS INDIOS?

No es que la película no cumpla su función de entretener, ni que no resuelva satisfactoriamente la trama planteada a lo largo de ocho películas, el problema está en que la línea argumental que dotaba de épica a una serie de historias juveniles ha acabado tragándose la fantasía y la capacidad de sorpresa, convirtiéndola en una inmensa maquinaria con muy poca alma. A pesar de la fotografía oscura, de la falta de emoción en la muerte de personajes que nos han acompañado en muchas de las entregas, de que existan momentos aburridos en una batalla que debería resultar trepidante y que la capacidad actoral de los protagonistas más jóvenes deje bastante que desear, ahora, cuando hemos llegado al final, me he dado cuenta de que no puedo matarlos, porque como ocurría en el chiste, los conozco desde pequeñitos.

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