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HOUSE OF CARDS, TEMPORADA 1. LA CRITICA

Una vez finalizada la primera temporada de House of Cards, la serie que supone el estreno de Netflix como productora de sus propias series, podemos decir que estamos de enhorabuena por esta nueva incorporación al mundo de la televisión. Nos ha ofrecido una serie ambiciosa y arriesgada aunque sea una versión de una miniserie británica ¿Acaso no fracasó la adaptación de Life on Mars, entre otras? Desde el piloto, demostró que era una serie a tener muy en cuenta, que ha ido in crescendo desde entonces.

MALO, POR EL BIEN MAYOR

Técnicamente es impecable y de factura muy elegante, con nombres como David Fincher y Joel Schumacher tras las cámaras añadiendo empaque al proyecto. Un ejemplo de respeto y mimo por el espectador que en estos tiempos de "cuanto menos me gaste mejor" es de agradecer. Francis Underwood (magnífico Kevin Spacey), el ambicioso político cuyo único compromiso que respeta es el que tiene consigo mismo, ha destacado por méritos propios como uno de los personajes televisivos más interesantes de los últimos tiempos. Y eso es mucho decir en esta edad de oro. Sus inteligentes, mordaces e hilarantes comentarios, especialmente aquellos que dedica a nosotros, rompiendo la cuarta pared que se llama, crean una complicidad que nos hace disfrutar como enanos del espectáculo. 

Sus interminables tejemanejes para controlar a todo y a todos, provocando la situación cuando puede o torciéndola a su favor sin más miramiento que alcanzar su objetivo hasta las últimas consecuencias. No me refiero ya a liquidar a Peter Russo (Corey Stoll) como a un pobre diablo que se creyó el cuento, sino a momentos de una gran sutileza, como utilizar a su esposa en un programa televisivo para hacerse el mártir en la huelga de profesores, con el numerito falso del ladrillo, sin que ella misma lo supiera.

DETRÁS DE CADA GRAN HOMBRE HAY UNA MUJER CON SANGRE EN SUS MANOS

Su esposa, la bellísima Claire Underwood (Robin Wright), se nos presenta como uno de los personajes femeninos más interesantes de la televisión actual. Con una marcadísima y gélida personalidad, por momentos incluso cruel (cuando se burla de su moribundo exguardaespaldas, por ejemplo). Está muy bien caracterizada en cada uno de sus trajes. Incluso el cambio de estilo del vestir se evidencia cuando decide irse fugazmente con el artista, para luego volver con quien puede amar más de una semana, su marido. Fue su respuesta al comprobar cómo Francis sólo mira por sus intereses. Él tiene sus aventuras con las periodistas de turno, ella tiene su artista enamorado... Pero en definitiva son una pareja que funciona. El reflejo de su menopausia (ella acalorada frente al frigorífico) y la descripción de cómo se deteriora el principal nexo de unión entre ellos a falta de hijos, la lealtad, está magníficamente mostrado. 

La traición que realiza su esposa en la votación a sus espaldas para que salga la ley que le conviene a su ONG deja en estado de shock a Francis. "¿Son los sofocos?", le pregunta este buscando una justificación para su querida esposa. Lo peor que se puede decir a una mujer. Y más, cuando se enfrenta a que ya no hay posibilidades de hijos en el horizonte, y ver en directo la fuerza y la esperanza que supone para su problemática ex-empleada su embarazo. A Claire, que no le ha importado hasta ahora no tener hijos (confiesa incluso 3 abortos voluntarios) hasta que ya casi no tiene remedio. Y es cuando los busca. Veremos cómo sigue esto en la segunda temporada.

TRABAJA DURO... JUEGA TODAVÍA MAS DURO

Los secundarios han ido ganando interés a medida que entraban en la tela de araña tejida por Francis. El vapuleado Peter Russo, en manos de Francis por el chantaje al que le somete por borrar sus antecedentes, es el pun chim ball de la serie. Llega a creer que Francis es un buen hombre que está de su parte. Éste le hunde en su distrito sin remedio obligándole a votar contra los astilleros, para luego aprovecharse de su adicción (que se entiende viendo a su terrible madre) y volverlo a hundir cuando lo planta de candidato a gobernador. Aunque esta parte de caer de nuevo en el alcohol con la prostituta me pareció muy facilona. Por un lado, podría haberla reconocido. Por el otro, es un candidato demócrata a gobernador del estado. Todos lo conocen, están en campaña electoral, y ella aparece como si no lo conociera. Además, se va con una cualquiera que puede empañar su carrera política. Pero luego pienso en la lista de políticos americanos que han caído por líos de faldas y pienso que lo mismo no es tan imposible. 

Francis no vio en él más que a un peón que eliminar en la partida hacia la vicepresidencia, y lo justifica ante sí mismo por la debilidad de Peter, un defecto imperdonable para Francis. Pero no puedo evitar hacerme una pregunta... ¿Y si hubiera pasado de la prostituta, qué habría hecho Francis, si Peter se hubiera hecho gobernador del estado y fallara su plan de ser sustituido por el vicepresidente? Tal vez esta línea habría sido más interesante todavía ver a Francis solventar que falle el eje de su plan.

NO DEJES QUE SU JUVENTUD Y BELLEZA SE METAN BAJO TU PIEL

En cuanto a la ratoncita periodista, Zoe Barnes (Kate Mara), no deja de ser una chica que cegada por su ambición no se da cuenta de que la manipulada es ella. Para muestra, cuando quiere romper su relación con Francis y éste la remite a los comunicados de prensa para que se informe. La pobre hasta se sorprende de que las cosas no siguieran igual y se ve obligada a volver a lo de antes... Angelita. Se ve fascinada por la clase de Claire (se prueba sus vestidos),  más que por Francis. Pero era casi imposible que este enredo no terminara dando problemas a este. Ese rencor que queda se está transformando en el motor que les está haciendo atar cabos para saber más de lo que él quiere que se sepa en cuanto a sus tejemanejes. Nuevamente, a esperar la segunda temporada. 

LA LEALTAD ABSOLUTA ES UN PLATO QUE SE SIRVE FRIÓ

House of Cards no ha parado de dar sorpresas, como al enterarnos en esa insoportable reunión de ex-alumnos universitarios cantarines la relación homosexual que mantuvo Francis con un compañero. O el juego del presidente de enviarlo a San Luis para que evalúe al candidato a vicepresidente. Que bonito que te sigan sorprendiendo capítulo a capítulo.

No es difícil en la serie identificar sucesos que vivimos día a día en las noticias políticas con lo que vemos en la serie, aunque no vivamos bajo el Capitolio. Claro que la inteligencia de Francis Underwood no es lo que abunda en la alta clase política. El uso y abuso que hace de los distintos favores que realiza a cambio de luego parasitarlos, incluso los no solicitados (el hijo de Nancy, que entra en Stanford gracias a su empujón), como medio de ganarse la absoluta lealtad sin concesiones. ¿Pero es tan infalible este sistema? Incluso su indispensable hombre en la sombra, Doug Stamper (Michael Kelly), puede terminar revolviéndose contra él. O como le recrimina Remy (Mahershala Ali) "en 8 años a tu servicio, nunca pasé de la puerta de tu casa, y ahora me invitas a entrar". No puede pretender vender inocencia, porque no la tiene, y muchas veces se le ve el plumero.

A DIFERENCIA DE EN OTRAS SERIES, SON UNA VERDADERA PAREJA

Veremos qué nos depara la segunda temporada de House of Cards, que actualmente se está rodando. Pero al menos sabemos que esta primera nos ha ofrecido a un inmenso Kevin Spacey que no podría explayarse así en una película, ya que el tiempo necesario para desarrollar tanto un personaje no lo ofrece el cine. Y si hablamos de papeles como este, y más para un hombre de su edad, las posibilidades se reducen todavía más. Las series han abierto a los actores de cine una estupenda puerta a una segunda edad de oro.

Una primera temporada imperdible si queréis ver la que junto a Utopía, (que curiosamente la va a sustituir en la parrilla de Canal Plus), es el mejor estreno de series en lo que hemos podido ver de temporadas completas este año.

Fuente imágenes: Sensacine

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