Publicado originalmente en 1885, Olalla es uno de los relatos dentro de la tradición gótica más sobresalientes del escritor escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894). El autor de La Isla del Tesoro y El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde presenta al lector un relato corto ambientado en un aislado caserío ubicado en las agrestes sierras de una indeterminada comarca de España. La historia, contada en primera persona, tiene como protagonista a un soldado escocés herido mientras luchaba contra las tropas de Napoleón. Para una mejor y más rápida recuperación, su médico le prescribe que pase una temporada en la hacienda de una familia de nobles antaño poderosa, pero ya muy venida a menos.
Críptica Editorial nos brinda la oportunidad de recuperar un clásico de la literatura gótica, una obra maestra que el propio Stevenson confesó que surgió de un sueño. Escrita a la par que El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Olalla nos llega con una nueva y exquisita traducción a cargo de Cristina M. Caladia. El libro se incluye dentro de la colección Almaya, dedicada a la literatura clásica de suspense y horror, con títulos como Reclamada, de Gertrude Barrows Bennett, o El Método en la Locura, de Nathaniel Hawthorne. Estos y otros libros de fantasía, terror y ciencia ficción puedes encontrarlos en La Boutique de Zothique.
Olalla, esencia del relato gótico sobrenatural
Ambientada en una vieja y desvencijada casa señorial, Olalla es relatada en primera persona por un oficial británico del que nunca se menciona el nombre. En el caserón viven Felipe y Olalla junto a su madre, una extraña mujer cuya única ocupación es pasar las horas muertas languideciendo al sol o frente a la chimenea. El soldado enseguida traba amistad con Felipe, un chico tosco y simple, pero sobre el cual parece recaer todo el peso del mantenimiento de la casa familiar.
El narrador mantiene sencillas conversaciones con la madre, un ser que parece siempre abstraído y ausente, y que solo habla en contadas ocasiones y de manera enigmática. El escocés se extraña de no conocer aún a la hija, y no es hasta mitad de la narración cuando se topa con ella mientras sube unas escaleras. La conexión entre ambos personajes es instantánea. Los grandes ojos de Olalla capturan enseguida el corazón del soldado, y se establece una unión entre ambos que no por callada es menos sólida.
El personaje de Olalla aparece a mitad del relato para que al autor le dé tiempo a desarrollar la relación del soldado británico con Felipe y su madre. La fascinación que el escocés siente por el retrato de una mujer que cuelga en su habitación, otro de los clichés del relato gótico sobrenatural, va sentando las bases de la vorágine que vendrá después. Además, el hallazgo de ciertos escritos en los aposentos de la chica despiertan su curiosidad por conocerla, ya que en ellos queda evidente que Olalla no ha sido afectada por la decadencia moral e intelectual en la que ha caído el resto de su familia.
Como señala el editor en el prólogo de la obra, el relato de Stevenson ahonda en la herencia racial. El ansia por mantener pura la sangre y los continuos cruces entre familiares más o menos cercanos ha corrompido su herencia genética y, por ende, sus almas. Hay que pagar un alto precio por mantenerse por encima del pueblo llano. Para imprimir fuerza a tal circunstancia, Robert Louis Stevenson introduce un elemento habitual del relato gótico sobrenatural, es decir, el vampiro, el hombre lobo o cualquier otra criatura o espíritu maligno.
Olalla, ¿un relato de vampiros?
Mucho se ha escrito de si Olalla es un cuento sobre el vampirismo. Hay estudiosos que, incluso, lo califican como una narración sobre la licantropía. Si la intención de Robert Louis Stevenson era la de describir el comportamiento de un vampiro, se apartó bastante de las características con que habitualmente se describe a estas criaturas. La afirmación de que es un relato de hombres lobo se basa precisamente en que el personaje en cuestión no presenta las costumbres y debilidades de un vampiro, por lo que ha de ser un licántropo. Tales divagaciones son estériles. ¿Qué importa la naturaleza del ser al que debe enfrentarse el narrador? Es, solo, la culminación de una degradación física y moral llevada al extremo. Los paralelismos con su torturado Dr. Jekyll son evidentes.
Olalla figura en muchas antologías vampíricas, junto a relatos como Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu, o El Vampiro, de John William Polidori. Se trata, por tanto, de un clásico del terror gótico que no ha perdido un ápice de su fuerza casi ciento cincuenta años después de su publicación. La capacidad evocadora de la prosa de Stevenson es prodigiosa, sobre todo gracias a su descripción de la atmósfera ominosa y casi malsana que rodea al protagonista. A la vez, nos encontramos con una trágica y hermosa historia de amor, narrada con la maestría que solo un autor de la talla de Robert Louis Stevenson puede ofrecer.









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