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THE NEWSROOM: ADIOS A UNA SERIE QUE NOS TOMO EL PELO... CON NUESTRO PERMISO

La serie The Newsroom ha terminado. Esta tercera temporada tan sólo ha constado de 6 episodios en vez de los 10 de la primera o los 9 de la segunda. A pesar de la connotación de humillación que supone tener sólo tres temporadas y acortadas, es lo mejor que podía pasar. Por que yo al menos había llegado al límite de lo que mi paciencia me permitía aguantar con esta serie.

No comparto sin embargo la razón por la que el autor, Aaron Sorkin, ha creído que debía pedir perdón: la supuesta lección que daba al mundo del periodismo de cómo debe ser un telediario. Es más, lo único destacable para mi de esta serie eran esos telediarios aleccionadores.


Quienes no vivan en España a lo mejor no me entienden, pero los que sí saben de sobra que aquí los presentadores de telediarios son bustos parlantes que, después de un par de noticias políticas que se repiten en todos los medios de la misma forma, empiezan con la sección de sociedad o como se llame. En esta sección, que abarca más de medio telediario, las noticias son el último vídeo chorra de Youtube (baratísimo lo tengo, oiga), la feria absurda de cualquier pueblo, curiosidades sin interés o el accidente de coche de turno. Todo esto  genera una desinformación preocupante para gran parte de la población que sólo se informa por la televisión.

Recuerdo un telediario cualquiera de BBC World donde para hablar de la imparcialidad de Wikipedia tenían de invitado a uno de sus creadores, Jimmy Whales... Ni siquiera en la época en la que los telediarios de TVE recibían premios  fueron nunca nada parecido.

TENER A JANE FONDA DE ARTISTA INVITADA HA SIDO UN GRAN ACIERTO

Pues bien, en The Newsroom, veías un telediario con opiniones enfrentadas, con aportaciones de expertos para cada tema y no los mismos tertulianos de la mañana a la noche. Investigaban hasta la raíz de la noticia y el presentador, Will McAvoy (un inmejorable Jeff Daniels) dando caña, era un gustazo. Que los telediarios versaran sobre noticias reales daba mayor emoción a la cosa. Ya se que es mentira, pero me dejaba engañar sin problemas. A cambio, tenía que soportar una serie de personajes sin demasiado interés, con unos romances personales alejadísimos de lo que es una relación de pareja en el planeta Tierra, y peleando entre ellos por ver quién bate el récord mundial de honestidad. Pues esta tercera temporada, debido a las críticas que se ha llevado Sorkin y a que la repercusión de la serie no ha sido la esperada, quitan el telediario y se centra en las vidas personales de la redacción. Eso ya no colaba, señor Sorkin. Esta serie se emite en HBO, y no esperamos de dicho canal romances entre la redacción, diálogos cargantes pretendidamente graciosos y situaciones totalmente inverosímiles.

UNA REDACCIÓN TAN ÍNTEGRA QUE NO HABRÍA DURADO UN SEGUNDO EN UN TELEDIARIO REAL

Porque la clave de la temporada ha sido desvelar o no una implicación del gobierno norteamericano en la muerte de manifestantes en un ficticio país africano llamado Kundu. Y es que, aunque disfrute enormemente la presencia de Jane Fonda como Leona (avergonzándome con esa vitalidad arrolladora doblándome la edad) y con Charlie Skinner (Sam Waterston), no habría soportado otra muestra de megahonestidad de nadie de la redacción.

En un mundo donde es trending topic mundial la muerte del perro de Bieber o el catarro de alguno de One Direction, y se ignoran matanzas mil veces peores que la representada por Sorkin, se desata una lucha a tumba abierta a ver quién es mas íntegro. 

QUE NO DARÍAMOS POR TENER EMPRESARIOS DE TELEVISIÓN COMO SKINNER

Sloan (Olivia Munn), que se siente una criminal por decirle a su novio información financiera poco antes de contarla en televisión, y hasta lo confiesa (?). Neal (Dev Patel) dispuesto a arruinar toda su vida por la fuente de una noticia que no importaría a casi nadie, yéndose a Venezuela sin saber qué sería de él. O Will, otro que, en un  intento de rizar el rizo, sigue sin querer desvelar la fuente de dicha noticia incluso sabiendo que la misma se había suicidado y era soltera y sin familia (que fácil se lo puso todo, señor Sorkin). Y qué decir de Don (Thomas Sadoski), que no tiene otra cosa que hacer que confesar a la viuda de Skinner que oye, que seguramente al hombre lo mató el de un disgusto. Lo normal en los funerales. Y el asunto de Jim (John Gallagher Jr.), insultando a su novia puesta para durar solo unos capítulos hasta que volviera con la irritante Maggie (Alison Pill), porque se atreve a trabajar en una web hablando en primera persona, habiendo el paro que hay, es de traca. No se a que viene esa obsesión de querer convencernos de que sus protagonistas son todos buenísimos de la muerte e íntegros hasta la médula. Nadie busca eso en HBO.


Sin embargo, creo que es una serie cuyas dos primeras temporadas debieran ser vistas por todos los estudiantes de periodismo o comunicación que estén en dichos estudios por un mínimo de vocación. Incluso hacer el esfuerzo de ver la tercera, ya que es corta y a pesar de todo, cierra el círculo de una manera optimista. Increíble, pero optimista. Porque, aunque no haya cubierto las expectativas que levantó debido a la fama de Sorkin y a que era de HBO, es cierto que ofrecía una forma de contar las noticias que, por desgracia, sólo puede verse en una serie de ficción. Y eso ya es aportar algo diferente, lo que no es poco hoy día.

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