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EL ATLAS DE LAS NUBES (CLOUD ATLAS). LA CRITICA

El Atlas de las Nubes (Cloud Atlas) es el penúltimo experimento de los extravagantes hermanos Wachowski, acompañados en esta ocasión por el director alemán Tom Tykwer (El Perfume). La película narra a través de seis historias independientes pero interrelacionadas, como determinadas acciones individuales trascienden a través del tiempo, como las ondas que provoca una piedra al caer en un estanque. Basada en la novela homónima del escritor David Mitchell publicada en 2004, la película es una especie de puzzle en el que hasta las piezas más pequeñas cobran su importancia a medida que transcurre el tiempo.

Eran muchas las expectativas creadas acerca de esta película. Tras fracasos sonados como Speed Racer, más cerca de un videojuego de colores saturados que de una película, se creía que los hermanos Andy y Lana/Larry Wachowski no podrían parir ya nada ni remotamente parecido a la trilogía Matrix, sobre todo a su primera entrega. Sin embargo, y salvando las distancias con la genial primera película de las aventuras de Neo (Keanu Reeves) en el mundo de las máquinas, El Atlas de las Nubes es una película que no defrauda en absoluto. 
UNA ORACIÓN DE SONMI-451 NOS PRESENTA UN FUTURO QUE YA HEMOS VISTO EN OTRA PELÍCULA
Las seis historias que conforman la película abarcan un marco temporal que va desde finales del siglo XIX hasta el año 2321, en una Tierra post-apocalíptica en franca decadencia. El guión, adaptado de la novela por los hermanos Wachowski y Tykwer, se esfuerza por encadenar hechos y personajes de manera más o menos sutil y afortunada, con el fin de transmitir la idea central de la película: cada pequeña acción individual tiene su eco a través del tiempo. Esta idea de trascendencia se basa fundamentalmente en la aparición de casi la totalidad de los actores protagonistas en todas las historias, encarnando distintos personajes e, incluso, distintas razas y géneros. Los directores no se han contentado con enlazar los distintos capítulos con los hechos que se suceden en ellos, sino que han intentado reforzarlo haciendo que los rostros de los protagonistas se repitan a través de toda la película.

Sin embargo, y a pesar del esfuerzo narrativo de los guionistas/directores, el recurso de usar los mismos actores para encarnar distintos personajes, a veces incluso de distinta raza o sexo, se convierte en un arma de doble filo. Si en algunos personajes, como es el caso de Tom Hanks, que interpreta siempre a caracteres masculinos, este recurso narrativo da riqueza a la historia, en otros, como Hugo Weaving, interpretando a una ridícula enfermera andrógina, hace que nos distraigamos de la narración, más pendientes del aspecto bizarro del actor o actriz. Algunas de las caracterizaciones son realmente impresionantes y, en ocasiones, no nos damos cuenta de que actor se trata pero, en mi opinión, es un recurso del que los Wachowski han recurrido en exceso.
SI, ES HUGH GRANT, AUNQUE NO LO PAREZCA
Pero, ¿están justificadas todas las historias? ¿Sobre metraje de los 172 minutos que dura la película? La respuesta es sí a las dos preguntas. Eliminar cualquiera de los segmentos de la película hubiera, sin duda, dejado coja la historia, pero aligerar de contenido a alguno de ellos no habría hecho daño a la película, muy al contrario. Desde mi punto de vista, las mejores historias son Semivida: El Primer Misterio de Luisa Rey, protagonizado por Halle Berry y enmarcado en los años 70´s; Una Oración de Sonmi-451, en la Corea del 2144 y protagonizada por Doona Bae; y Sloosha's Crossin' an' Ev'rythin' After, centrada en los personajes de Hanks y Berry. Las historias que, en mi opinión, tienen menos trascendencia en los sucesos centrales de la cinta son El Diario del Pacífico de Adam Ewing El Horrible Calvario de Timothy Cavendish, esta última más una típica comedia británica destinada a relajar el tono dramático del resto del film que de aportar realmente nada relevante al resto de tramas.

Uno de los valores añadidos de la película son los guiños y elementos autoreferenciales que se encuentran a lo largo de todo su metraje. Los amantes del cine y la literatura de ciencia ficción encontrarán en esta película elementos que nos remitirán a novelas y películas claves de este género, un hecho que desconozco si ha sido aportación de los Wachowski o del propio autor original. Pero lo verdaderamente importante y disfrutable es que están esos guiños y referencias, vengan de quien vengan. El padre de Luisa Rey (Halle Berry) era un periodista llamado Lester Rey, ¿quizás remite al autor de ciencia ficción Lester del Rey? El nombre de Sonmi-451, la clon coreana del horrible mundo del futuro, ¿alude a la obra de Ray Bradbury Farenheit 451? Incluso el propio giro argumental del episodio Una Oración de Sonmi-451, ¿no es similar al del célebre relato ¡Hagan Sitio, Hagan Sitio!, de Harry Harrison, adaptado en la excelente película Cuando el Destino Nos Alcance (Soylent Green)?
HANKS Y BERRY  ENCARNAN LAS DOS CARAS DE LA DIEZMADA HUMANIDAD FUTURA
En lo que respecta al apartado técnico y visual, la película es todo un disfrute para los sentidos, desde las caracterizaciones de los actores hasta los escenarios. Mención especial merece la historia que se desarrolla en la Corea del futuro, que recuerda poderosamente a la trilogía que hizo famosos a los hermanos directores, con unos escenarios espectaculares y unas coreografías en las escenas de lucha realmente logradas. Sin duda, gran parte del presupuesto del film ha debido de ir destinado a rodar esta historia. Solo le pongo un pero a Una Oración de Sonmi-451: la inexplicable utilización de actores occidentales para papeles de orientales. Como he dicho más arriba, el recurso de usar los mismos actores para distintos personajes ha sido usado en exceso, pero en esta ocasión, ver a actores caucásicos con pliegues epicánticos en los ojos es tan extraño que distrae bastante de la narración. El aspecto que lucen, más que asiático, parece alienígena.

Sin temor a equivocarme, me atrevería a asegurar que El Atlas de las Nubes va a pasar a engrosar la larga lista de películas incomprendidas por buena parte del público. Y no se deberá a su peculiar estructura narrativa interconectada, la cual no es difícil de seguir, sino más bien porque muchos no entenderán lo que realmente nos quiere transmitir la película. El Atlas de las Nubes no es una película redonda, sobre todo porque algunas de sus historias interesan más que otras y por algunas elecciones de los directores ciertamente cuestionables, sin embargo, se disfruta plenamente como lo que es, un magnífico fresco temporal que abarca nuestro desde nuestro pasado inmediato hasta nuestro remoto y descorazonador futuro. Lejos de la genialidad del primer Matrix, los Wachowski han demostrado que aun saben hacer cine, sobre todo con un material entre las manos tan complicado como la novela de Mitchell

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