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El Fin de la Infancia

Desde hace ya bastante tiempo observo tanto en el cine, la televisión, la literatura, los cómics, etc., una infantilización de los planteamientos, las situaciones, los guiones, bastante preocupante. Quizás el fenómeno se hace más llamativo en las producciones cinematográficas. Los últimos estrenos nos decepcionan y los proyectos en curso nos dan más bien jindama. Como muestra un botón. La adaptación de la mítica serie de los 60s El Avispón Verde a la gran pantalla me da más repelús que otra cosa, pues parece más una comedia que una película de superhéroes enmascarados. Como contrapartida, tenemos la valiente visión del cómic Kick Ass, de Mark Millar, que me sorprendió por su tratamiento de la acción, el drama y la ironía, todo muy bien conjugado.


Los proyectos en curso son más desalentadores que otra cosa. La supuesta precuela o reboot de Alien por parte de Ridley Scott o la nueva película de Conan el Bárbaro (en 3D) no generan ilusión, sino desconfianza y recelo del resultado final. Esto sucede por la generalizada infantilización del producto. Las productoras, ante el avance de Internet, apuestan cada vez más a lo seguro o a lo que ellos creen que es lo seguro. Apuestan por unas películas dirigidas mayoritariamente a adolescentes, soslayando al resto del público. Caen en la contradicción de ofrecer un cine adolescente a precios de adulto (ir al cine ya sabemos lo que cuesta) ignorando que el público con más poder adquisitivo no va a ver esas películas.

Ya hace tiempo que no voy al cine, como no sea una película infantil acompañado de mi hija de seis años. El resto de la cartelera sencillamente no me interesa, bien porque la temática no me llega, bien porque el contenido sí lo hace pero el envoltorio es superficial.

La apuesta por formatos como el 3D, que en un principio tenían su aquel, ha derivado en una sobreproducción de películas en relieve. Lo malo es que la mayoría de las veces ni siquiera es auténtico 3D y lo cobran en taquilla como si lo fuera (The Last AirbenderFuria de Titanes, por ejemplo). Hace tiempo que renuncié a ver películas en este formato.

Por supuesto, esta uniformización por lo bajo también se da en la televisión. Las series, que deberían ser caldo de cultivo y ensayo de ideas y tramas que son arriesgadas en pantalla grande, han devenido en subproductos triviales. La mayoría de las series que se salvan de la quema son las que nos llegan del otro lado del charco pero, aun así, se siguen produciendo verdaderos truños para gente de encefalograma plano.

Águila Roja

Si hablo de las series nacionales debería reservar un post sólo para ellas. No veo absolutamente ninguna de ellas. He intentado darle alguna oportunidad a series como Hispania o Águila Roja, pero los planteamientos me han resultado tan banales y la estética tan poco adecuada que no he pasado de los primeros capítulos. Lo peor de todo es que aquí en España, tanto guionistas como directores y, seguramente, actores quieren hacer otro tipo de series pero se ven coartados en su empeño por las productoras y las televisiones. Si no me creen lean la entrevista al guionista Manuel Rios en Mizonatv.com. No me creo que en nuestro país no haya escritores capacitados para crear guiones como los de la serie Roma,de la HBO, o la reciente The Walking Dead, de la AMC.

Las televisiones van a lo seguro...y se equivocan. Contaré una anécdota sobre la serie Águila Roja. Al empezar a emitirse la serie, mis padres, ya en la tercera edad, se hicieron seguidores de la misma. Pero dejaron de verla porque decían que salían muchos niños que lastraban mucho la trama argumental. Esto es sintomático de lo que está pasando en nuestras televisiones.

¿Por qué ha tenido tanto éxito La Sexta emitiendo The Walking Dead? Primero, porque se ha emitido poco tiempo después de su estreno en U.S.A. (31/10/10). Segundo, porque se ha programado en prime-time y no a la una de la madrugada como estrenan las series americanas o británicas casi todas las cadenas nacionales. Y hablando de series británicas maltratadas, reseñar el horario demencial en que la estupenda miniserie Torchwood:Children of Earth fue emitida por Cuatro no hace mucho. No puedo continuar sin recomendarla fervientemente a los seguidores de Torchwood y a todos los amantes de la ciencia ficción en general. Imprescindible.

Torchwood:Children of Earth

El panorama en los cómics no es menos malo que en el cine o la televisión. Solo pondré el ejemplo de lo que mejor conozco: los cómics de la Marvel. El estilo argumental que la editorial Marvel está imprimiendo en sus cómics se caracteriza por una reducción casi al absurdo de los diálogos. Leer hoy en día un número de los Nuevos Vengadores de Brian M. Bendis nos puede llevar menos de 5 minutos. Son casi una antigua tira cómica de los periódicos, pues se leen en un abrir y cerrar de ojos. Los diálogos se reducen a balbuceos, onomatopeyas y monosílabos. Cuando en alguna entrevista a los autores se les ha cuestionado esta forma de guionizar ellos han respondido que así es como habla la gente de la calle. ¿De verdad es así? Puede, pero olvidan que los que leen sus cómics, quienes los apoyan mes a mes tenemos la suficiente cultura como para entender cualquier cosa que nos cuenten por complicada que sea, no hace falta que nos tomen por tontos.

Leyendo los números de X-Men Forever de Chris Claremont me asombro de lo que tardo en leerme cada número: ¡casi el doble que uno de Fraction o Bendis! Sí, vale, que Claremont abusa a veces de las parrafadas y de los diálogos innecesarios, vale... Pero es otro estilo que me gusta más que el dictado por el jefazo Joe Quesada y otros de su entorno. Es por eso que me estoy planteando cada vez más en serio el abandonar más de una colección por ese motivo y por otros tantos, como la lentitud de las tramas o la ineptitud de los dibujantes.

No quiero extenderme más porque creo que la idea que he querido transmitir está clara. Los ya entraditos en años como yo (y algunos más jóvenes también) no hallamos en el actual mercado de la comunicación  unas obras a la altura de nuestras sensibilidades. Yo, en particular, cada vez más busco lo antiguo, las reediciones de libros y cómics, reflejos de unas épocas donde se primaba más los contenidos y la inteligencia del mensaje. Esperemos que todo esta banalidad que nos inunda por doquier nos abandone algún día, aunque sea porque haya dejado de estar de moda el ser tonto.

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