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La Impaciencia del Corazón, de Stefan Zweig. Comparación entre Libro y Película

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Ya tenemos disponible en la plataforma Filmin la película La Impaciencia del Corazón, dirigida por Bille August (La Casa de los Espíritus). Dado que está basada en la única novela pendiente que me quedaba de mi adorado escritor Stefan Zweig, me animé a leerla previamente a ver la película. Este artículo es por tanto un análisis de la novela y de la película basada en ella. Hicimos lo mismo con la serie de Magallanes y la obra de Zweig, que analizó su vuelta al mundo. Ya advierto que voy tirar de spoilers, para que nadie se sorprenda.

LA ADAPTACIÓN AL CINE DE LA IMPACIENCIA DEL CORAZÓN

Esta novela es la más larga de Stefan Zweig. Él prefería los relatos cortos, donde es un auténtico maestro, pero las novelas siempre han sido más fáciles de vender. En mi opinión, podría haber acortado la obra. La película la adapta bastante fielmente, incluso calca algunos diálogos. Está bien dirigida, bien ambientada, y me ha parecido, en general, bastante respetuosa con la fuente original. 

Eso sí, Bille August introduce en la cinta cambios que distorsionan el sentido de la obra de Zweig. Para empezar, en el libro Edith apenas tiene unos 17 años, y en la película ronda los 26. La prima es un bellezón que fue lo que atrajo a Anton (Sben Smed) en un principio, pero en la película es casi una matrona. Edith (Clara Rosager) no tuvo ningún accidente, sino una enfermedad degenerativa de tantas que había en esa época. Por tanto, la culpabilidad de la que hablan por el accidente no existe. Sí  transmite muy bien la actriz elegida los cambios de humor de Edith, y la devoción de su padre por ella. 

También se alteran, y no tengo la menor idea de por qué, los nombres principales. El doctor Condor de la novela es aquí el Doctor Faber (David Dencik). Y así muchos, incluyendo los apellidos de la familia protagonista, los Kekesfalva, aquí los Løvenskjold, encabezados por su patriarca, el barón, interpretado por Lars Mikkelsen (el Gran Almirante Thrawn en la serie Ahsoka)

Otra cosa que no se nombra en el libro es el comienzo de la Primera Guerra Mundial, hasta que se produce. En la película, esta posibilidad es un tema recurrente para los protagonistas, algo que creo no pasó en aquellos tiempos según la biografía de Stefan Zweig, El Mundo de Ayer. Entre otras cosas, porque no había habido hasta ese momento una Primera Guerra Mundial, sino guerras en general.

Al haber leído previamente la novela, me queda muy claro qué quiere contar la película danesa. Otra cosa es que, como lectora y espectadora, comparta la visión de Zweig y Bille August. Me queda la duda de si viendo la película sin este precedente, la impresión habría sido la misma como espectador novato.

En cuanto al cambio del final del libro en la película, estoy dividida en cuanto a lo que opino. En la película, Anton muere en la Guerra, y vemos la escena final imaginaria con ambos en el ballet. Anton no muere en la guerra en el libro. Se convierte en un héroe respetado, admirado por sus compatriotas. No sé por qué decidieron matarlo en la película.

Veo un acierto en cambio la escena imaginaria de Anton y Edith felices y viviendo a lo grande en el ballet. Ese es el punto de vista como lector que siempre tuve. Anton no dedica un segundo a las ventajas de casarse con una rica heredera con la que tiene química. Como si el dinero no se lo facilitara todo, o no pudiera superar la vergüenza del principio, y poder tener una gran vida con ella. O al menos intentarlo. 

CONCLUSIÓN 

A diferencia de otras obras de Stefan Zweig, como la perfecta La Embriaguez de la Metamorfosis,  el paso del tiempo ha hecho que esta obra no sea tan creíble. Ni en 1939, cuando se escribió, ni en 2023. En todo lo que dedica Anton a pensar en el sufrimiento para con Edith y los Kekesfalva al que le ha llevado su compasión, no cae en lo principal. ¿Acaso habría dedicado más de una visita a la chica si se tratara de una pobre campesina? Claro que no. ¿Acaso Edith le habría dedicado un segundo a un teniente de tan baja procedencia, si pudiera alternar con lo más granado de la sociedad? Tampoco. 

Anton tiene el ejemplo del doctor Condor, felizmente casado con una mujer ciega. Tiene también la historia del padre de Edith, de cómo rendirse a su mujer le hizo muy feliz. Y también el del antiguo camarada que ahora cuida de su antigua tropa. A pesar de la burla general que sufre por haber dado un braguetazo con una viuda mayor que él, es respetado por sus compañeros. También ejerce de generoso anfitrión con ellos, algo que el propio Anton podría representar como heredero de los Kekesfalva. Ninguna de estas opciones se le cruzan por la mente.

Siempre se ve a sí mismo como una víctima, se han aprovechado de él. De ahí que se identifique con el genio Djinn de Las Mil Y Una Noches, que ahoga con sus piernas a quien lo recogió en el camino. Una comparativa que no es justa, ya que en el relato árabe, el que ayuda a Djinn no obtiene recompensa alguna por su generosidad. Anton se pasa los días en un palacio rodeado de atenciones y comodidades. Eso siempre se le olvida en sus lamentaciones. 

Como lector, no se entiende del todo la actitud de Anton. Tiene cierta química con Edith, y se hace raro que no le dé ni una mínima oportunidad, con tantas opciones a su favor, como irse a vivir a donde quisieran. Estamos en 1914, donde la miseria era la norma. Cualquiera se moría de un dolor de muelas, de un parto, de cualquier enfermedad que ahora tenemos en el olvido, pero que estaban bien presentes en esos años. Había mutilados por doquier, gente con la cara picada por la viruela. ¿Tan terrible era una chica en una silla de ruedas en esos tiempos? ¿Alguien que, incluso así, tiene infinitas ventajas sobre cualquier bellezón de su época para formar y disfrutar de una familia? Una chica con su cabeza en perfecto estado, sin más problema que el amargor de verse impedida, algo que el amor curaría. En esa época, todavía se apalabraban matrimonios por los padres, como le ocurrió al doctor. 

Si te gustan las películas de época bien realizadas, La Impaciencia del Corazón es una buena opción. Obviamente, en el libro se profundiza mucho más, pero no es lo mejor que puedes leer del gran Stefan Zweig. Aunque no por ello deja de ser una excelente novela. En estos tiempos, se agradece una producción de este estilo y que se acuerden de semejante maestro para representarlo, aunque sea tan difícil con un autor tan enfocado en la psicología de sus personajes.

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