Ridley Scott parece querer seguir la senda de uno de los cineastas mas grandes de la historia, Stanley Kubrick, tocando prácticamente todos los géneros en su carrera, desde el cine de terror y ciencia ficción con Alien, hasta el peplum (Gladiator), pasando por producciones tan dispares como una epopeya medieval (El Reino de los Cielos) o el cine bíblico, esta Exodus: Dioses y Reyes, por citar solo unas cuantas películas de su extensa e interesante filmografía. Sin embargo, ser un buen realizador no significa que puedas dominar cualquier género, como ha demostrado Scott con Dioses y Reyes. ¿Es una mala película? Ni mucho menos, aunque cuenta con carencias y errores que oscurecen las virtudes de un producto tan ambicioso.
RAMSÉS (JOEL EDGERTON) Y MOISÉS (CHRISTIAN BALE) |
El guión, escrito a cuatro manos por Adam Cooper, Bill Collage (Un Golpe de Altura), Jeffrey Caine (El Jardinero Fiel) y Steven Zaillian (Gangs of New York), plantea la historia de Moisés (Christian Bale) no desde sus inicios, sino con un protagonista ya adulto, compartiendo la gloria de gobernar Egipto junto a su primo Ramsés (Joel Edgerton), hijo del faraón Seti (John Turturro). Cuando las raíces hebreas de Moisés salen a la luz, Ramsés, ya faraón tras la muerte de Seti, lo destierra de Egipto. Allí conocerá a una mujer y fundará una familia, pero un día, un accidente le hará tener una visión en la que se ve como el libertador de su pueblo, regresando a Egipto para convertirse en la mano de Dios en la tierra.
Este es el punto de partida del film de Scott, una película, no nos engañemos, épica y espectacular donde las haya, pero que sin embargo descuida ciertos elementos como un mayor desarrollo de ciertos personajes, muy infrautilizados, o un cierto aroma a docudrama fastuoso que asemeja esta película en ciertos momentos mas a un documental dramatizado sobre la antigüedad que una verdadera producción cinematográfica.
SCOTT HA PRIMADO LOS DECORADOS REALES POR EL CGI, AUNQUE ESTE HA SIDO AMPLIAMENTE USADO |
Pero no hablemos de los fallos del film, al menos por ahora, hablemos de sus virtudes. Las dos horas y media que dura la película no se hacen demasiado pesadas. Es mas, incluso diría que se quedan cortas para la historia que se nos pretendía contar, ya que se nos escamotea casi la práctica totalidad de los 40 años por el desierto que supuestamente duró el éxodo hebreo. De todas formas, la intención de Scott no era contarnos con detalle la epopeya del "pueblo elegido", sino el enfrentamiento entre dos hombres, Ramsés y Moisés. Y ello se consigue plasmar bastante bien en el primer tercio del film, presentándonos la interesante visión de un Moisés ajeno a sus raíces y bastante distante de las penurias de los esclavos hebreos. Las intrigas palaciegas de la corte de Seti, con sus virreyes corruptos y sus sacerdotisas manipuladoras, dan paso enseguida al ostracismo de Moisés, quizás la parte mas floja de la película.
En ese segundo tercio del film, Moisés encuentra por fin a una mujer, Séfora (la española María Valverde) con la que formar un hogar y tener un hijo. Tras nueve años de paz, con un hijo, Moisés sufre un accidente en el monte sagrado Horeb debido a un desprendimiento de rocas. Aquí, Ridley Scott nos plantea la cuestión de si las visiones de Moisés son fruto de la divinidad o simplemente son el resultado de una lesión cerebral. En cualquier caso, el dios hebreo es representado aquí como un niño, ciertamente bastante caprichoso y vengativo, a imagen y semejanza del Dios del Antiguo Testamento.
MOISÉS TOMA COMO ESPOSA A SÉFORA (MARÍA VALVERDE) |
Tras tener esta revelación, Moisés vuelve a Egipto con la intención de liberar a su pueblo y entramos en el último tramo del film. Esta parte, aunque la mas espectacular debido a las infames plagas y al paso del Mar Muerto, es la que cuenta con un guión mas flojo y donde el papel de los protagonistas mas se diluyen a favor del espectáculo. A esta alturas ya es manifiesto que el film se ha centrado casi exclusivamente en Moisés y Ramsés, dejando de lado a muchos personajes secundarios que hubieran añadido algo mas de relieve a la historia. Este es precisamente uno de los fallos mas importantes de la película, el desperdicio tan flagrante de ciertos personajes secundarios, como el de la reina Tuya (Sigourney Weaver), con apenas cinco líneas de diálogo, o Josué (Aaron Paul), con aun menos diálogo y que se ha limitado a ser testigo de la ¿locura? de Moisés hablándole al aire. Incomprensiblemente, Scott ha decidido darle mas relevancia al personaje de María Valverde que al resto de los secundarios, cuando la esposa de Moisés es la que menos peso tiene en los sucesos que ocurren en la película.
Los guionistas han intentado dar una explicación a las plagas que asolaron Egipto poniendo en boca de uno de los consejeros del faraón algunas de las teorías científicas que se han venido barajando para arrojar luz sobre estos fenómenos. Obviamente, llega un punto en el que ya no hay explicación para tales desastres tan continuados en el tiempo, y el consejero es ahorcado por orden del faraón. Toda esta parte de las plagas es la que me ha parecido mas próxima a un docudrama que a un verdadero film de ficción.
RAMSÉS (JOEL EDGERTON) |
Tras huir al desierto, el pueblo hebreo es perseguido por un Ramsés que se resiste a perder una mano de obra tan barata (gratuita, para ser mas exactos) tan fácilmente. Scott elige el paso del Mar Muerto como clímax del film, una sucesión de escenas espectaculares a las que, sin embargo, hay que ponerle varios peros. Quizás la pega mas importante a toda esta parte de la película es el momento en el que Moisés y Ramsés, este abandonado por sus hombres, se encuentran cara a cara mientras una ola gigante se abalanza sobre ellos. Increíblemente, ninguno de los dos parece querer escapar, y aceptan de buen grado ser engullidos por las aguas que vuelven a la cuenca seca. Pero mas increíble aun es que ambos sobrevivan a tan tremendo golpe de agua. No es una escena redonda ni mucho menos, y habría quedado mucho mejor planificada de otra forma.
Y este es, prácticamente el final de la película, ya que en las escenas finales se nos presenta a Moisés de vuelta con su familia, emprendiendo de nuevo el éxodo, y tallando las tablas de la ley bajo las órdenes del Dios-niño... o de su propia mente enferma, como parece ser que se nos ha querido sugerir aquí.
Exodus: Dioses y Reyes no pasará a la historia del cine como una de las mejores películas de Ridley Scott, pero tampoco como la peor, seamos honestos. La película merece ser vista en pantalla grande porque reivindica uno de los elementos mas antiguos del cine: la épica. Sin embargo, la épica no puede llenar toda una película, se necesitan mas elementos, como unos protagonistas y secundarios interesantes, que aquí se reducen a solo dos, Ramsés y Moisés, el resto se obvia casi de manera flagrante, dando que pensar que mucho material se ha quedado en la mesa de montaje. Elementos notables son la interpretación como un niño del Dios del Antiguo Testamento o la primera parte de la película, que recordaba mucho a Gladiator, sobre todo ese faraón Seti (un John Turturro fuera de su ámbito habitual pero interesantísimo), a semejanza de aquel Marco Aurelio, confesando a Moisés que le hubiera gustado que hubiera sido de su sangre para que heredara el trono.
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