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EL FIN DE LA INFANCIA, LA MINISERIE DE SYFY: LA CRITICA

El canal SyFy pocas veces hace honor a su nombre y produce series o miniseries que realmente cuadren dentro de la ciencia ficción. Porque no me diréis que Sharknado cuenta. Así que cuando me enteré de la adaptación a miniserie del libro El Fin de La Infancia, de Arthur C. Clarke, el cual leí hace unos años, me sorprendí. Por un lado, la vi algo compleja (y cara) para el nivel que maneja el canal, y por otro, se me ocurren cientos de obras más fáciles de trasladar que esta. En ella, llegan unos extraterrestres a la Tierra para solucionar aparentemente todos nuestros problemas (guerras, hambre, enfermedades...) aprovechando que son superiores a nosotros. Una vez vista la miniserie completa, debo decir que el resultado ha sido cuando menos satisfactorio, con sus salvedades. Empecemos la crítica sin spoilers.


Syfy ha optado por contarnos el libro en tres episodios consecutivos (emitidos entre el 14 y el 16 de diciembre de este pasado año) que conforman la miniserie al completo. Aunque puede no parecer mucho, a pesar de que cada episodio dura casi como una película, el gran problema de la serie es el exceso de metraje. 

La esencia de lo que nos quería contar Clarke, lo que viene a ser el esqueleto de la historia, se respeta, lo cual es de agradecer. El final no es exactamente el del libro, pero las variaciones no son demasiado relevantes. Y repito lo de que se agradece, porque no deja de ser un final valiente que consigue en cierto modo que te quedes pensando sobre lo que has visto, que sin duda era el objetivo del autor cuando escribió la obra. El problema viene de ciertos cambios de guión que bajan totalmente el nivel de la historia y que por momentos, resultan insultantes al espectador. 


Cuando tienes una historia tan buena entre tus manos, soporta bastante el envite de añadir y cambiar cosas al absurdo antojo de los guionistas,  que en este caso parecen querer contentar en un mismo producto a los lectores de Crepúsculo y Fundación, de Asimov. No puede ser, porque además es imposible. Así que uno de los personajes principales, el humano que intercede entre los superseñores extraterrestres, Ricky Stormgren (Mike Vogel), pasa de ser el Secretario General de las Naciones Unidas, algo muy lógico, a un guapo y joven granjero norteamericano. ¿Su mérito para ser elegido? Su virtud como mediador y conciliador en su pequeña comunidad, aunque dicha cualidad nunca la vemos destacar especialmente en pantalla. A  cambio, este chico arrastra una pronta viudez y una nueva relación que nos hará perder el tiempo durante buena parte de la historia. Porque no hablamos de una pareja que te puedas creer en cierta manera, sino de la típica celosa de la mujer fallecida que ve a su novio volar en una nave extraterrestre y sólo le preocupa que recuerde a su anterior esposa. Para más irritación, la felicidad de la pareja se muestra con escenas de los dos viendo nubes. Creo que no me equivoco si os recomiendo que paséis a cámara rápida cada vez que aparezcan en pantalla sin Karellen, el representante de los extraterrestres. No aportan nada a no ser que seáis firmes seguidores de la novela romántica más superficial.

NO PENSÉIS MAL QUE NO ES UN CONSOLADOR...

Mucho más interesante resulta el papel de Milo (Osy Ikhile), un chico que crece ya en un mundo con la imposición utópica de los extraterrestres y que se plantea cosas como el abandono de la ciencia por el hombre (que en el libro es más bien el estudio del espacio), o cómo es el mundo de los superseñores. Por desgracia, también tiene su ración de romanticismo sacado de revistas para adolescentes, pero qué le vamos a hacer.

El presupuesto se nota que no es elevado, y prescinden bastante de mostrar muchas cosas del libro. La utopía que muestran es bastante simple, y no entran como Clarke en explicar cómo la gente va evolucionando o trabajando sólo en lo que les gusta. Pasan por encima, o directamente ignoran, mucha de la problemática que sucedería en un caso así. Nueva Atenas sin embargo, es una idea muy interesante que no se explota lo suficiente. Hay que dejar tiempo a los arrumacos del granjero. Esto no es problema de presupuesto, ya que se soluciona con diálogos más que con escenarios si hace falta. Se nota que no han querido ir mas allá.

MILO ENCARNA LAS CONTRADICCIONES DE LOS GUIONISTAS EN SUS DECISIONES

A pesar de todo, merece la pena. No se lo toman a chufa como otras producciones del canal y se ve con agrado, a pesar de lo expuesto. Una vez finalizada, será inevitable el debate sobre lo que se ha visto (lo verdaderamente importante), y eso no es fácil. Las decisiones absurdas de algunos personajes y las tramas que no aportaban nada desaparecerán ante los grandes frases de Karellen, el mejor (y conseguidísimo) personaje interpretado por Charles Dance, a años luz del resto. ¿Que podría haber sido mejor? Pues si, pero prefiero alegrarme de que hayan caído en adaptar un libro que lleva publicado desde 1953 y sólo se había adaptado en un programa de radio. Que sigan apostando por historias como esta. 


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