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MARTE (THE MARTIAN). LA CRITICA (SIN SPOILERS)

Tras una reciente trayectoria ciertamente irregular, Ridley Scott parece haber dado en la tecla con su última película, Marte (The Martian). Con un nada desdeñable reparto, la cinta cuenta la historia de supervivencia del astronauta, botánico e ingeniero Mark Watney (Matt Damon) quien, tras ser dado por muerto por sus compañeros de misión, es abandonado en el planeta rojo con casi nulas posibilidades de supervivencia hasta la llegada de la siguiente nave de rescate. La película, centrada casi exclusivamente en el personaje de Damon, una especie de Robinson Crusoe espacial, es una entretenida historia de supervivencia en la que se combinan de manera bastante acertada las explicaciones científicas y la ficción pura y dura. La película, sin embargo, no es redonda, a pesar de las casi unánimes críticas positivas que está cosechando a nivel mundial.


Sin duda, el punto fuerte del film de Scott es su ritmo. A pesar de los 140 minutos de duración de The Martian, la acción tiene pocos altibajos, aunque esto es en detrimento de algunos elementos que hubieran aportado algo mas de realismo a la historia, elementos estos de los que hablaré mas adelante. Así, desde el mismo inicio del film con el astronauta Watney siendo abandonado en Marte hasta el final de la cinta, la dirección de Scott y el guión de Drew Goddard dejan poco respiro ni al propio protagonista ni al espectador. 

Como es de esperar, el foco de la historia está puesto casi permanentemente en el personaje de Damon, un papel en el que este vuelve a interpretar a un explorador espacial, como ya hizo en la reciente Interestellar, de Christopher Nolan. Sin embargo, ahí quedan las similitudes, ya que Mark Watney en nada se parece al tipo que vimos en el film de Nolan. En The Martian, en cambio, Damon da vida al típico chico simpático y bonachón, con el que no es difícil conectar casi de inmediato. Quizás lo mas extraño sea la decisión del guionista (no se si es así en la novela de Andy Weir en la que se basa el film) de no otorgar a Watney una familia, tan solo unos padres que este brevemente menciona casi al final de la película, ya que el resto de sus compañeros de misión si que la tienen.

EL HUERTO DE PATATAS MARCIANAS DE WATNEY

Sin embargo, y aunque el foco principal de la acción se centra en Watney y sus intentos de supervivencia en un lugar tan hostil, tenemos una segunda trama argumental en la Tierra, con el control de la misión Ares III ayudando en la distancia al náufrago espacial. Ahí tenemos a personajes como el interpretado por Jeff Daniels, Teddy Sanders, director de la NASA, Mitch Henderson (Sean Bean), director de vuelo de la Ares, Chiwetel Ejiofor como el director de la misión a Marte, Kristen Wiig como la relaciones públicas de la agencia, y papeles menores como el de la técnica de satélites Mindy Park (Mackenzie Davis)Rich Purnell (Donald Glover), un joven astrónomo. Esta subtrama, a la vez que ofrece un contraste necesario a la soledad de Watney en el planeta rojo, ofrece también una perspectiva de las consecuencias del suceso en la Tierra, llegando incluso a que el gobierno chino desvele su programa espacial secreto para ayudar a traer de vuelta al astronauta. Este es precisamente uno de los elementos desafortunados de la película, no solo por su implausibilidad, sino porque es un descarado guiño a la taquilla china, donde gestos tan políticamente correctos como este seguro que son bien recibidos.

Otro de los elementos flojos de la película es la infrautilización de los compañeros de misión de Watney. Obviamente, la historia se centra en dicho personaje y sus tribulaciones para sobrevivir en Marte pero ello da pie a que actores como Jessica Chastain (también compañera de reparto de Damon en Interestellar), Kate Mara (4 Fantásticos), Michael Peña (Ant-Man) o Sebastian Stan (Capitán América: El Soldado de Invierno) enseguida desaparezcan de la película y no sea casi hasta su último tercio cuando de nuevo tengan cierta relevancia. Esto provoca que, cuando volvemos a encontrarnos con ellos, tan solo sirven como meros figurantes sin relieve en el último acto del film, simples estereotipos de como debe ser un astronauta ideal, casualmente todos ellos con familias o parejas felizmente esperando su regreso a casa. No hay asomo en el guión de Goddard de roces ni caracteres difíciles, y no hay discusión ni voces disidentes cuando las decisiones mas difíciles deben ser tomadas en la misión, decisiones que pueden costar la vida a todos ellos.

WATNEY JUNTO A SUS COMPAÑEROS DE MISIÓN

En lo que respecta al punto de vista técnico y visual de The Martian, pocas pegas podemos poner a la película. Tanto los interiores del habitáculo marciano de Watney como la Ares III, primorosamente construidos en unos estudios de Budapest, reflejan con bastante realismo lo que podríamos observar en una misión de estas características. El diseñador de la producción, Arthur Max, colaborador habitual de Ridley Scott, ha sido el encargado del look visual de la película, con habitáculos, naves, enseres, vehículos y vestuario coherente con lo que una misión de esta envergadura puede ser en un futuro próximo (el film parece estar ambientado 20 años en el futuro). El polaco Dariusz Wolski tampoco hace un trabajo desdeñable como responsable de la fotografía haciendo que el desierto jordano se parezca a las planicies marcianas donde se desarrolla la historia.

La solvente banda sonora, de Harry Gregson-Williams, solo se ve enturbiada en ocasiones por la elección de música disco de los 70, la cual, aunque me encanta, me chirría como música de fondo para esta película. La elección de este tipo de música buenrollista no es casual. Si analizamos el mensaje del film, este nos transporta a un futuro cercano en el que, lejos de guerras y distopías, nos espera un luminoso destino en las estrellas, con Marte como primera parada (por cierto, una elección exploratoria tachada de machista por ciertas asociaciones ultrafeministas norteamericanas, quienes apostaban en su lugar por ¡Venus!). Este escenario optimista se subraya no solo con la solvencia y determinación de su protagonista principal, sino con la música disco setentera, la única que parece estar disponible en su reducido hábitat marciano. Por cierto, pequeño guiño del compositor Gregson-Willians en el tema de los créditos iniciales al film Alien, en el cual, si escucháis atentamente, suenan unas notas que os trasladarán momentáneamente al film de 1979.

Concluyendo, Marte (The Martian), a pesar de ser un film entretenido, inteligente e incluso didáctico, se ve lastrado por algunos clichés del género que hacen que el conjunto no sea tan redondo como cabría esperar ante unas críticas casi unánimemente positivas. El tono triunfalista y el tufillo a anuncio promocional de la NASA nos acompaña durante toda la película, aunque podemos casi perdonárselo a Scott y Goddard ya que, al menos, no nos han aburrido. Las intenciones del realizador británico de mostrarnos un futuro en el que la exploración espacial se haya revitalizado (hoy día eso es pura ciencia ficción, en vista de como está el mundo) supone un esfuerzo noble y loable, apartándose de visiones mas pesimistas. Sin embargo, la ejecución de dicha idea, la de inspirar a una nueva generación para que vuelva a mirar al espacio, no es todo lo redonda que debería haber sido, lastrada como muchas superproducciones americanas, por unos lugares comunes de los que Hollywood se resiste a desprenderse. 

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