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SENSE8, EPISODIO 1X01. LA CRITICA

Hace poco Woody Allen, en un ataque de sinceridad, confesó que la serie que estaba realizando para Amazon sería un desastre de dimensiones cósmicas debido a que realizar series no tiene nada que ver con lo que él sabe, que es hacer películas. El señor Allen puede estar tranquilo, porque difícilmente será peor su serie que Sense8, de los hermanos Wachowski. Al menos la serie de Allen tiene 6 episodios y dura media hora, algo que se agradecería con Sense8.


Qué mujer tan feliz debe ser la madre de los Wachowski. No importa que sus vástagos no hayan conocido el éxito desde Matrix: les siguen lloviendo oportunidades laborales con presupuestos estratosféricos mientras mucha gente con talento nunca tiene su oportunidad. Que tranquilidad debe sentir. Encima, los Wachowski, muy hippies y alternativos de aspecto, luego necesitan todo el dinero del mundo para sus películas. Lo del indie no va con ellos. Da igual si fracasan una y otra vez como con Speed Racer, Jupiter Ascending o El Atlas de las Nubes. Ellos siguen creyéndose unos genios incomprendidos que van por libre y, de esos polvos, estos lodos llamados Sense8.

En este insufrible y eterno piloto, uno termina sin saber de qué narices va la serie. Todo un logro. Aparecen distintos personajes repartidos por todo el mundo que aparentemente tienen sólo una cosa en común: la visión de una mujer misteriosa encarnada en una requeteoperada Daryl Hannah. Lo que pasa es que como espectador, tienen otra cosa más en la que coinciden todos: no interesa ninguno. Y mira que hay variedad.

ANGEL (DARYL HANNAH)

Una pareja de lesbiana y transexual que, por supuesto, tienen que aparecer teniendo relaciones y metiéndose mano casi todo el tiempo. Muy necesario para la historia. Dos policías de Chicago que se plantean como lo más normal del mundo dejar a un crío tiroteado de una banda que se desangre. Mas o menos lo que les plantea el hospital donde lo llevan. Una chica de la India que está preocupada porque no está enamorada del millonario joven y guapo que será su esposo tras su matrimonio concertado por sus padres. Una chica DJ londinense con muy poca pinta de DJ londinense. Un ladrón que se toma tan tranquilamente su trabajo que no le importa ver un show televisivo en la casa que atraca en medio de la operación. Y para terminar, una ejecutiva coreana con pinta de infeliz y un conductor de autobuses africano que debe pelear por captar viajeros para su bus dedicado al actor Jean-Claude Van Damme.

Todos tienen en común una pésima definición como personajes y, que aunque sean de distintas culturas, parece que tienen los mismos valores occidentales. Cómo es posible que una chica india se sorprenda de no estar enamorada si sabe que su matrimonio es concertado. O una ejecutiva coreana se asombre de recibir comentarios machistas viviendo en una sociedad que lo es a rabiar. Si entramos en los supuestos traumas de cada uno, el ladrón ruso que recuerda como su padre aparece en su actuación escolar sólo para reírse de el no es el colmo de la sutileza precisamente. Más o menos como ver al chico mearse en su tumba. Se han lucido con la profundidad que tratan el tema. Ojalá fueran tan obvios para decirnos qué es lo que nos quieren contar.

AMANITA (FREEMA AGYEMAN) Y NOMI (JAMIE CLAYTON)

A esto, sumar un rodaje pésimo, monótono, y sin ningún sentido del ritmo, la emoción o la cordura. Saltamos de una escena a otra de una manera caótica y desconcertante. Un cero en edición. De repente se mezcla algún detalle de uno en la vida del otro (por aquello de la conexión mental) para luego no tener ninguna repercusión.

Por ejemplo, para presentar a la chica DJ, aparecen escenas de la discoteca no se sabe el tiempo, intentando recrearse en el ambiente, pero lo hacen tan mal que no aporta nada más que aburrimiento. Los diálogos están a la altura de semejante desastre, no aportando prácticamente nada y elevando el desastre a dimensiones épicas. Las reacciones de los que van apareciendo son difíciles de comprender, como poco. Termina el episodio tras lo que te han parecido 8 horas en vez de una... ¿De ahí el nombre, Sense8? Y rezo por no volver a saber nada de semejante parida.

Una mona beoda habría sabido a los 3 minutos que semejante bodrio pretencioso no es más que una birria sin sentido alguno propio de gente que como mínimo, no tiene ni idea de cómo hacer series (comprensible en los Wachowski, pero menos en J.M. Straczynsky, co-autor de este plomo). Pero volvemos a lo de antes, crea fama y échate a dormir. Así que en Netflix han confiado en los Wachowski para financiar y emitir esta estafa seriéfila que seguramente como proyecto se les vendió como genialidad de la buena solo apta para paladares exquisitos y amantes de experiencias sublimes. Algunos valientes que han llegado al capítulo tres han comentado que siguen sin saber de qué va la serie. Espero que tengan su recompensa en el cielo por semejante tortura. Yo desde luego me voy a quedar sin ella porque he tenido bastante con este piloto para los restos.

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