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EL HOBBIT: LA BATALLA DE LOS CINCO EJERCITOS. LA CRITICA

Finalmente, el director neozelandés Peter Jackson nos ha ofrecido el último acto de su magna adaptación de la obra de J.R.R. Tolkien. Con El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos se pone fin a la hexalogía sobre la Tierra Media, seis películas que, en términos generales, han satisfecho por igual a crítica y público. Esta última entrega de El Hobbit, de menor duración que las dos anteriores, ha evitado parecer un mero apéndice de las dos primeras partes, aunque no por ello voy a dejar de pensar que Jackson podría habernos contado esta última historia en la segunda película, con tan solo recortar algunas escenas aquí y allá.


La acción comienza justamente donde terminaba La Desolación de Smaug (podéis leer nuestra crítica aquí), en una especie de escena pre-créditos iniciales con el dragón asolando con su aliento de fuego la indefensa Ciudad del Lago. Tras matar a Smaug, Bardo (Luke Evans) conduce a los supervivientes de la masacre a las faldas de la Montaña Solitaria en cuyo interior Thorin (Richard Armitage) ha caído bajo el hechizo del oro, transformándose en un ser mezquino y cobarde. Mientras, legiones de orcos liderados por Azog (Manu Bennett) se dirigen a la Montaña Solitaria, donde entablarán batalla con los ejércitos de los elfos del Bosque Negro y el de los enanos. 

La Batalla de los Cinco Ejércitos se puede dividir en dos partes bien diferenciadas. Por un lado tenemos los momentos previos a la batalla, en los que se nos presenta a un Thorin que ha caído bajo el embrujo del oro y la codicia, la llegada de los elfos de Thranduil y del ejército de enanos a la Montaña Solitaria, y la lucha de Galadriel con los poderes emergentes de Sauron. Este primera parte de la película, si bien no carece totalmente de interés, da la sensación de ser una sucesión de escenas desigualmente hilvanadas unas con otras. Quizás lo mas interesante de esta parte del film sea el surgimiento de Sauron y su primer enfrentamiento con la elfa Galadriel (Cate Blanchett), Saruman (Christopher Lee) y Elrond (Hugo Weaving). Este momento es uno de los nexos de unión con la trilogía de El Señor de los Anillos que aparecen en la película.

BARDO (LUKE EVANS) Y LEGOLAS (ORLANDO BLOOM)

Tras el planteamiento del escenario donde se desarrollará la batalla que da nombre a la película, comienza la misma, y en este punto es donde el interés y entretenimiento suben bastantes enteros. La épica de una batalla en la que están involucrados cinco ejércitos es plasmada por Jackson a la perfección, logrando que el espectador se lleve la segunda mitad del film sentado al filo de la butaca. Jackson se encarga de que veamos claramente las escenas de batalla, huyendo de cualquier tentación de usar la cámara lenta o rápida. Quizás haya que reprocharle que los soldados del ejército elfo tengan todos el mismo rostro, abusando en exceso de la multiplicación digital cuando podría haberlos diferenciado un poco mas. Lo mismo ocurre con algunas escenas de lucha, donde se nota en exceso la recreación digital de ciertos personajes, como por ejemplo Legolas. También supo a poco la llegada de las águilas y del hombre-oso Beorn, apenas atisbados unos segundos en el fragor de la batalla.

GANDALF (IAN MCKELLEN) Y EL LÍDER DEL EJÉRCITO ENANO

Dejando de lado esos pequeños fallos, Jackson demuestra que sabe como plasmar la épica y la grandiosidad de una batalla de estas características, donde se mezclan todo tipo de criaturas fantásticas y donde es fácil perderse. Y casi sin darnos un respiro, llegamos al clímax de la película, bastante mas oscuro y desalentador que en las películas anteriores. Y es que La Batalla de los Cinco Ejércitos podría ser en cierto modo El Imperio Contraataca o El Templo Maldito de la saga de la Tierra Media, la entrega mas oscura, dura, dramática y, en cierto modo, mas romántica de la franquicia inaugurada hace ya 13 años con ESDLA: La Comunidad del Anillo.

En cuanto a las interpretaciones de los actores, destacar, como siempre, a Martin Freeman como Bilbo Bolsón, aunque en este último film el no haya sido el verdadero protagonista. También destacar a Ian McKellen como Gandalf el Gris (genial la escena final limpiando su pipa junto a Bilbo) y Evangeline Lilly como Tauriel, la elfa enamorada del enano Kili (Aidan Turner). Richard Armitage y su Thorin Escudo de Roble tuvo sus buenos momentos, debido en gran parte a que en realidad es el protagonista de esta tercera película. 

En definitiva, un broche no de oro, pero si de plata, a la trilogía de El Hobbit, una historia que bien podría haberse contado en solo dos películas pero que los estudios se empeñaron en alargar hasta tres. Aun así, Peter Jackson sale airoso del trance, dejándonos con una de las escenas de batalla más colosales y épicas desde ESDLA: El Retorno del Rey. Costará olvidar a estos personajes, sobre todo a los que somos fans de la obra de Tolkien y las magníficas adaptaciones llevada a cabo por Jackson, de las cuales esta última película puede no ser la mejor, pero quizás si la mas emotiva.

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