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EL HOBBIT: LA DESOLACION DE SMAUG. LA CRITICA

El Hobbit: La Desolación de Smaug continúa con las aventuras de Bilbo Bolsón, Gandalf y los 13 enanos en su camino a la Montaña Solitaria y el reino subterráneo de Erebor. Tras escapar en la entrega anterior de las garras de los orcos, comandados por Azog (Manu Bennett), la compañía ha de atravesar aun el Bosque Negro para alcanzar su meta. Sin embargo, formidables peligros les asaltarán por el camino hasta la Montaña Solitaria, lugar donde mora el dragón Smaug (Benedict Cumberbath) rodeado de fabulosos tesoros. Esta es, brevemente, la sinopsis de la nueva entrega de la trilogía de El Hobbit, del realizador Peter Jackson, una película que lleva ya recaudados en su estreno internacional 8,5 millones de dólares solo en un solo día, lo cual no está nada mal. Los analistas predicen que la taquilla de La Desolación de Smaug, tras su estreno hoy en USA, podría alcanzar los 85 millones de dólares, por lo que no es improbable que termine alcanzando los 1000 millones globalmente. Pero, ¿está esta nueva entrega a la altura de la anterior, Un Viaje Inesperado?

EL HOBBIT: LA DESOLACION DE SMAUG

La película se abre con una escena en la que se nos revela como Gandalf (Ian McKellen) convence a Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) para que recupere el reino perdido de los enanos, Erebor, bajo el poder del dragón Smaug, antes que otras fuerzas oscuras de hagan con el. Estad atentos a esta escena, pues nada mas comenzar aparece Peter Jackson en un brevísimo cameo. Tras este flashback, la película vuelve al presente, con Bilbo (Martin Freeman), el Mago Gris y los enanos intentando evitar a sus perseguidores orcos. A partir de aquí, Jackson empuja a los protagonistas a una especie de montaña rusa llena de peligros, de una duración algo excesiva, a mi parecer, y que culminará con la llegada a la montaña del dragón Smaug.

Si hay algo en lo que esta película destaca es por su espectacularidad. Jackson no defrauda, y nos ofrece una aventura épica, a la altura de la obra en la que se basa, si no mas. La película es, como he dicho, una montaña rusa (a veces literalmente) de emociones, caídas, escapadas, luchas y todo tipo de escenas que pretenden dejar sin respiro al espectador. Sin embargo, el realizador cae de nuevo en el error de querer contar demasiado, como ya hizo en la primera parte, incluyendo escenas que están de mas o alargando aquellas que deberían ser mas breves. Aun así, los 160 minutos de duración no se hacen excesivamente pesador debido, en gran parte, a las continuas escenas de acción que plagan la cinta. Pero habría que señalar que hay momentos en los que el ritmo decae bastante y esto, para mi, es uno de los principales fallos de la película.
BILBO Y THORIN ESCUDO DE ROBLE
BILBO Y THORIN ESCUDO DE ROBLE
Pero, ¿qué escenas están de mas en la película? Tras una primera parte en la cabaña de Beorn el cambiapieles (una escena quizás demasiado breve) y la lucha con las arañas del Bosque Negro, la película sufre una caída en su ritmo narrativo bastante importante. Los protagonistas son capturados por los elfos del bosque, presentando a Legolas (Orlando Bloom) y un personaje inventado por los guionistas, Tauriel (Evangeline Lilly). En mi opinión, toda esta parte en el reino de los elfos está alargada en exceso. Resulta especialmente cansina la escena entre Tauriel y Kili (Aidan Turner), donde Jackson pretende hacernos colar una improbable historia de amor entre un enano y una elfa silvana.

Tras huir del reino del rey elfo Thranduil (un algo amanerado Lee Pace), llega una de las escenas mas divertidas de la película, la bajada del río dentro de los barriles. La escena es muy espectacular, con algunos momentos cómicos que provocaron hasta las carcajadas del público (ese Bombur dentro del barril rodante aplastando orcos a su paso). Aun así, la escena desprende un tufillo a videojuego que solo eres capaz de apreciar cuando la acción ha finalizado. Y que decir de las piruetas de Legolas, disparando su arco mientras guarda el equilibro sobre las cabezas de los enanos que bajan los rápidos del río. Estamos ante una película de fantasía y debemos dejar de lado nuestro escepticismo.
TAURIEL (EVANGELINE LILLY)
TAURIEL (EVANGELINE LILLY)
Tras la escena de los barriles, llega otro bajón en el ritmo de la película, la llegada al pueblo del lago, y la presentación de Bardo (Luke Evans), un personaje de gran importancia en la novela de Tolkien. No será hasta la llegada de los enanos a la Montaña Solitaria cuando la película recobre su pulso, con el enfrentamiento al formidable Smaug. Aun así, la escena en la que Bilbo ha de enfrentarse en solitario al dragón, me parece también muy alargada. Jackson parece haber intentado recrear aquí la escena entre Frodo y Gollum de la anterior trilogía, aquella en la que este último pone a prueba al hobbit con sus acertijos. Finalmente, el enfrentamiento entre Bilbo y Smaug se torna una sucesión de frases grandilocuentes del dragón al que da vida Cumberbatch.

En definitiva, si Jackson hubiese eliminado o acortado estas y otras de las escenas de la película (como también el encuentro de Gandalf con el excéntrico Radagast (Sylvester McCoy)) la comprensión de la historia no hubiese sufrido lo mas mínimo y hubiera agilizado mucho mas la película que, aun así, me ha resultado muy divertida. 


Poco fallos se le pueden achacar a esta nueva entrega de la saga, aparte de los ya expuestos. Su maravillosa factura visual, el diseño realista de las criaturas, como las arañas gigantes, los orcos, el propio Smaug, los paisajes neozelandeses que han servido de escenarios naturales, hacen que la cinta sea de obligado visionado para espectadores de todas las edades. Jackson ha enfocado la historia para un público amplio, donde ningún personaje muere (bueno, los orcos si, y muchos de ellos) y en la que prima el entretenimiento por encima de otras consideraciones que no tienen cabida en producciones de este tipo. Puede que no conectemos con los protagonistas, demasiado ajenos a cualquiera de nosotros, pero eso es algo que no creo que estuviese en los planes de Jackson al hacer esta película. Los planes del realizador neozelandés son, ante todo, entretener y hacer que el espectador se sumerja completamente en el universo de la Tierra Media imaginada por Tolkien, así que no podemos pedirle nada mas.

Para terminar, tan solo una recomendación a aquellos que tengáis pensado ver la película en 3D. Parafraseando a Gandalf, "no me seáis insensatos" y vedla en digital, nada de 3D, el cual no aporta casi nada, solo hacer a la película mas oscura de lo que es en realidad y no permitiendo captar todos los matices de los maravillosos escenarios donde transcurre la historia. 

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