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EL GRAN GATSBY (2013), LA CRITICA: TRAGEDIA EN PANTALLA VERDE

La nueva propuesta de Baz Luhrmann despierta sin duda interés por la llamativa personalidad del director, así como por su probada capacidad para deslumbrar con su particular y barroca puesta en escena, como ya vimos por ejemplo en “Moulin Rouge” o “Romeo + Julieta, de William Shakespeare” (en una época en la que poner el nombre del autor de la obra literaria en el título estaba de moda). A pesar de tratarse de un realizador con relativamente pocas películas en su haber, cinco contando ésta, ya resulta suficientemente conocido para generar ciertas expectativas. Si en cuanto al aspecto visual nadie pone en duda que va a ser sobresaliente, la cuestión es si la película será satisfactoria en conjunto, si todos los elementos estarán a la altura de su vestuario o de su estupenda banda sonora con sus atractivos toques de jazz, por ejemplo.
EL CUARTETO PROTAGONISTA.
Nick Carraway (Tobey Maguire) es un joven apocado que, tras finalizar la universidad, decide probar fortuna en la Nueva York de los años 20. Allí, entabla relación con su prima Daisy (Carey Mulligan) y su marido Tom Buchanan (Joel Edgerton), así como con un misterioso y adinerado vecino, Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), cuyas fiestas son famosas entre la alta sociedad de la ciudad. La amistad entre Nick y Gatsby no es tan casual como parece ser en un primer momento y esconde una antigua historia entre Daisy y Gatsby y un intento de este último por recuperarla.

“El Gran Gatsby” se basa en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald, escrita en torno a la época en la que está ambientada y que por cierto no leyó nadie, pero con el tiempo y dado lo ilustrativa que resultaba de los frenéticos años 20, terminó convirtiéndose en un clásico. Quien se acerque a la película esperando encontrar una aproximación fiel a la novela que se vaya olvidando. Luhrmann, coautor también del guión,  convierte el film en algo así como un remake de la anterior versión, aquella de mitad de los años 70 protagonizada por un joven Robert Redford, aunque eso no tiene por qué ser malo, y más si tenemos en cuenta lo soporífero que era aquel film de Jack Clayton. Al menos, se ve que la producción ha contado con un presupuesto considerable que el realizador australiano, siguiendo la estrategia del paisano Peter Jackson, se ha traído para casa. No sé, yo estoy dando ideas por si algún director español quiere hacer lo propio.
UNA DE LAS EXCLUSIVAS FIESTAS DE JAY GATSBY.
La primera parte de la película es apabullante, presentando a los personajes en una vorágine de coloridas fiestas a ritmo de música moderna, a las que nos apetece ir y nos hace comprender que los personajes deseen asistir, sin resultar antiguo o pasado de moda. Supongo también que es el segmento en el que el 3D luce más, aunque yo lo disfruté sin necesidad de tener las gafas puestas. En un intento de dar una mayor profundidad al argumento, en ciertas entrevistas se ha insinuado la existencia de un paralelismo con la crisis actual en la que estamos inmersos. No hay nada de eso por ningún lado, parece más bien una estrategia de marketing que tira de las similitudes entre la época en la que se desarrolla la trama y la que acabamos de dejar atrás para captar algo más de audiencia.
GATSBY Y DAISY, UN AMOR ¿IMPOSIBLE?
La segunda mitad es la historia de amor propiamente dicha, drama incluido y donde Luhrmann no puede apoyarse tanto en el diseño de producción, una vez superada la sorpresa inicial. Aquí es donde la película muestra más claramente sus debilidades. A pesar de tener a un trío protagonista que cumple a la perfección (quizás Maguire y DiCaprio son algo mayores para sus respectivos papeles), unas líneas de diálogos bastante endebles y forzadas, que producen alguna que otra sonrisa en momentos no buscados, y unos personajes que, a excepción de Carraway, resultan bastante antipáticos y mezquinos, terminan diluyendo el impacto emocional que debería tener la historia de amor. Son defectos que ya se vislumbraban en “Australia”, que también mostraba cierta frialdad de sentimientos. Luhrmann no tiene nada que demostrar a estas alturas como director, no sé como no se busca a un buen guionista que haga más redonda sus obras. Falta de humildad o exceso de control, supongo.

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